Aletheia, vol. 13, nº 26, e167, junio - noviembre 2023. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria

Reseñas de libros

Robertini, Camillo (2022). Érase una vez la Fiat en Argentina. Una cadena de montaje entre memorias e historia, 1964-1980. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 264 pp.

Gerardo Ponce

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita recomendada: Ponce, G. (2023). [Revisión del libro Érase una vez la Fiat en Argentina. Una cadena de montaje entre memorias e historia, 1964-1980 por C. Robertini]. Aletheia, 13(26), e167. https://doi.org/10.24215/18533701e167

La obra se enmarca en un intento de romper con paradigmas tradicionales y aún vigentes en la historiografía sobre el papel de la clase trabajadora durante la última dictadura cívico-militar y de poder explorar nuevas aristas que permitan una aproximación más fiel a lo sucedido. Se pretende, en primer lugar, problematizar la idealización estereotípica del obrero de los setenta definido exclusivamente por ser varón, estar sindicalizado, presentar una militancia política y pertenecer a los centros industriales clásicos del Gran Buenos Aires y de Córdoba. El autor considera que es necesario abordar una nueva figura, la del “obrero común”, así como tener en cuenta las políticas empresariales que colaboraron en la creación de un imaginario que, por su apropiación en amplios sectores de la clase obrera, terminaría siendo crucial para la construcción de las bases de legitimidad del régimen. Por otro lado, la obra también es heredera de discusiones que apelan a abandonar la dicotomía entre resistencia y complicidad y a complejizar el panorama en torno a las actitudes consensuales que se pueden constatar en amplios sectores de la clase trabajadora.

El tema que aborda el libro es el caso de la planta de la FIAT Concord instalada en El Palomar (partido de Tres de Febrero en el Gran Buenos Aires) en 1964, analizando el entrecruzamiento entre las historias y memorias de los trabajadores y la historia empresarial que nos acercaría a la comprensión de las actitudes de este “obrero común” durante el último período dictatorial, cerrando el desarrollo con la fusión con Peugeot y su transformación radical a partir de 1980. La publicación inicial se produjo en Italia en 2019, realizando mínimas modificaciones para la edición argentina. Hay que destacar la novedad de recurrir a la plataforma Facebook para contactar a los ex trabajadores y gerentes de la planta y poder realizar las entrevistas, con el aval y la colaboración del Centro Storico Fiat y, a través de la técnica de bola de nieve, ir ampliando este universo inicial, complementándolo con documentos de archivos privados, de los archivos oficiales de la Fiat en Turín y en Sauce Viejo (Santa Fe) y de los reservorios de la ex DIPPBA.

La obra está estructurada en cinco capítulos. En los dos primeros se reconstruye el escenario inicial en el que se instala la planta de El Palomar, el de un país en claro crecimiento industrial, signado por un marcado optimismo y confianza en el progreso nacional. Los trabajadores formarán parte del flujo migratorio de posguerra con la clara ambición de alcanzar la ansiada clase media. El autor detalla los diferentes pasos mediante los cuales la empresa aspiraría a que “los diversos miembros de la comunidad obrera se identificaran con un nosotros colectivo, en todo y por todo, coincidente con su nombre” (p. 43). Esos integrantes de la nueva comunidad obrera serán moldeados conformando un hombre nuevo, el hombre FIAT, un modelo de trabajador disciplinado y comprometido con los ideales de la empresa, pero también expresado en sus dinámicas familiares y en su vida más allá de la fábrica, en su tiempo libre. Para ello se apelará a diferentes recursos: el primer día de trabajo que incorpora al obrero a la “gran familia”, los incentivos económicos ante el cumplimiento de las pautas laborales, el amplio conjunto de políticas de bienestar (apoyos educativos, acceso a servicios de salud y facilidades para la compra de vehículos y viviendas), el aparato disciplinario que se internalizaba como un elemento objetivo y natural y que extendía su radio de acción más allá de la fábrica a la vida misma del trabajador y su familia, la épica de participación activa en el camino hacia el progreso nacional y el adoctrinamiento mediante publicaciones como la revista Nosotros FIAT, que difundía este imaginario mediante diferentes estrategias tales como entrevistas, propagandas e incluso historietas.

Habiendo conformado este universo original, en el tercer capítulo se presenta el deterioro de las condiciones laborales a partir del golpe de 1966 y especialmente del Cordobazo, planteando un desafío a este modelo impulsado por la empresa. Sin embargo, el sindicalismo combativo no extiende su acción en la FIAT más allá de Córdoba, siendo contenido en El Palomar con un sindicato alineado con la derecha peronista, conservador y católico, y con una clara posición de negociación y colaboración con la dirigencia empresarial así como con las autoridades policiales y militares. Su profundo anticomunismo lo lleva a la formación de patotas armadas que, en paralelo al ingreso a la UOM, lograron neutralizar los reducidos grupos de izquierda y aseguraron el cumplimiento del marco disciplinar dentro de la planta. Aun así, las acciones de sabotaje aumentan y se producen secuestros y asesinatos de dirigentes y empleados jerárquicos, entre ellos el de Sallustro, presidente de la Concord, en 1972. Este último hecho es recordado por los trabajadores como un primer quiebre de una época dorada de la FIAT y el inicio de un período de violencia y crisis económica provocada por la conflictividad laboral, por el impacto de la crisis del petróleo y de las políticas de Isabel Perón y de Martínez de Hoz que desploman el consumo de autos económicos.

En el cuarto capítulo se analizan las continuidades y rupturas ante el inicio de la última dictadura cívico-militar, señalando en primer lugar la activa complicidad empresarial siendo intervenida la planta, custodiada por patrullas militares, con nuevos contratados como infiltrados de las Fuerzas Armadas, nuevas autoridades que también son militares activos o retirados, despidos de aquellos ya identificados como afines a organizaciones de izquierda y la disolución de la comisión interna. Los desaparecidos de la FIAT ascienden a 118, 52 de ellos fueron asesinados, mientras que 14 pertenecían a la planta de El Palomar que se ubicaba en una activa zona de operaciones de la represión. Esta profundización del perfil represivo se complementa con el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo y la implementación de una legislación con tintes claramente anti-obreros. El golpe de Estado llevó a que las fuerzas militares-policiales retomen el monopolio de la acción represiva compartido en el período anterior con los grupos paramilitares sindicales. El autor analiza que la disputa entre los sindicalistas de la derecha peronista y las autoridades militares radicaba en la definición del rol del sindicalismo más que en diferencias ideológicas, ya que compartían la necesidad del uso de la fuerza para limitar la amenaza comunista. En el caso del sindicato de Tres de Febrero, luego de su intervención e ilegalización y el recurso a desapariciones puntuales para marcar límites, se llegó a un punto de acuerdo con las autoridades militares.

Robertini reconstruye las memorias de los trabajadores ante el golpe de Estado y advierte que, al igual que en la dirigencia empresarial, es mayoritario el sentimiento de esperanza ante la novedad como la posibilidad de retomar el orden y la disciplina puestos en jaque en los años previos, lo cual habilitaría finalmente el inicio de una nueva etapa de crecimiento y progreso. Este obrero común comparte tanto los valores defendidos por las Fuerzas Armadas en torno a los discursos conservadores, nacionalistas, católicos y anticomunistas así como la necesidad de resolver el problema de un “otro”, el que no acepta las reglas y se rebela contra el orden establecido, en contraposición a un “nosotros” que terminaría siendo víctima de este convulsionado contexto. A pesar de las claras señales de que la represión excede claramente a este “otro”, el autor descubre una insistente necesidad de sostener esta dicotomía para poder, consolidando el “nosotros” de personas trabajadoras, de familia y no politizadas, sentirse seguros ante la vorágine de violencia estatal y mantener la imagen de “gran familia”. En las narraciones se desdibujan y vuelven anónimas las víctimas de la represión con el objeto de deslindar responsabilidades, no solo respecto a los compañeros de trabajo, sino para preservar a la empresa, que aparece como víctima en muchos relatos, forzando hasta el extremo la negación a reconocer las múltiples pruebas de su complicidad.

En el quinto capítulo se profundiza en los recuerdos en torno a la vida en la fábrica que aparecen como una experiencia atemporal, alejada del clima de violencia y politización. Se constituye así un entorno seguro que adquiere un perfil marcadamente positivo en las memorias, incluyendo la idealización de los elementos de la técnica aplicada a la producción y de la dinámica de trabajo fordista, la cual conforma su identidad como trabajadores y como personas, “identidad del trabajador rudo, que no se quejaba, que era un verdadero macho” (p. 221). Este imaginario no se quiebra tras el golpe de Estado de 1976 a pesar de las tensiones a las que se ve sometido y recién encuentra su ocaso tras la creación de SEVEL en 1980, cerrando la “época de los tanos” como se analiza en el epílogo. La llegada de los franceses a la jerarquía de la planta cambia el modo de relacionarse con los trabajadores, reemplazando las actitudes paternalistas y de “gran familia” por un trato más frío, rígido e individualista así como precarizando su trabajo. Dicho cambio es vivido como una “verdadera fractura emocional, un duelo largamente guardado en el inconsciente” (p. 236).

En suma, la obra de Robertini es un logrado aporte al campo historiográfico sobre la última dictadura cívico-militar y, en especial, sobre el papel de la clase trabajadora en la figura de los “obreros comunes” y las formas de apropiación de los imaginarios empresariales como punto indispensable de anclaje para las estrategias de legitimación del régimen. Constituye una clara muestra de lo productiva que puede llegar a ser la exploración de nuevas aristas de viejas problemáticas animándose a desafiar los lugares comunes y las metodologías habituales.

ediciones_fahce
Ediciones de la FaHCE utiliza Amelica Marcador XML, herramienta desarrollada con tecnología XML-JATS4R por Redalyc
Proyecto académico sin fines de lucro desarrollado bajo la iniciativa Open Access