Aletheia, vol. 13, nº 25, e152, diciembre 2022 - mayo 2023. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria

Conferencia

José Sazbón. Presentación de la antología comentada de su obra

Fernanda Tocho

Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Mariana Canavese

Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas / CONICET / Universidad Nacional de San Martín, Argentina
María Belforte

Universidad de Buenos Aires / CONICET, Argentina
Marcelo Starcenbaum

Universidad Nacional de La Plata / CONICET, Argentina
Daniel Lvovich

Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina
Alberto Pérez

Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita recomendada: Tocho, F., Canavese, M., Belforte, M., Starcenbaum, M., Lvovich, D. y Pérez, A. (2022). José Sazbón. Presentación de la antología comentada de su obra. Aletheia, 13(25), e152. https://doi.org/10.24215/18533701e152

Resumen: El viernes 01 de julio de 2022 se realizó, en el edificio Sergio Karakachoff de la UNLP, la presentación de los dos volúmenes de la "Antología comentada" de la obra de José Sazbón compilados por Alberto Pérez y Daniel Lvovich. La antología reúne el trabajo realizado durante décadas por el intelectual argentino José Sazbón, quien fuera profesor e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y el primer Director de la Maestría en Historia y Memoria. Recopilamos aquí las intervenciones de Fernanda Tocho (Secretaria Académica de la Maestría en Historia y Memoria), Mariana Canavese (UBA-CONICET), María Belforte (UBA-CONICET), Marcelo Starcenbaum (UNLP-CONICET), quienes oficiaron de presentadores de la antología, junto a sus compiladores, Daniel Lvovich (UNGS) y Alberto Pérez (UNLP), acompañados además por Carlos Gazzera (Director de Eduvim) y Ayelén Sidún (Decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social).

Palabras clave: José Sazbón, Historia intelectual, Marxismos, Memoria.

José Sazbón. Presentation of the commented anthology of his work

Abstract: On Friday, July 1, 2022, it was held, in the buildingSergio Karakachoff of the UNLP, the presentation of the twovolumes of the "Anthology commented" on the work of José Sazbóncompiled by Alberto Pérez and Daniel Lvovich. The anthologybrings together the work carried out over decades by the intellectualArgentine José Sazbón, who was a professor and researcher at theFaculty of Humanities and Educational Sciences and the firstDirector of the Master in History and Memory.We collect here the interventions of Fernanda Tocho(Academic Secretary of the Master in History and Memory),Mariana Canavese (UBA-CONICET), María Belforte (UBACONICET),Marcelo Starcenbaum (UNLP-CONICET),who officiated as presenters of the anthology, along withits compilers, Daniel Lvovich (UNGS) and Alberto Pérez(UNLP), also accompanied by Carlos Gazzera (Director ofEduvim) and Ayelén Sidún (Dean of the Faculty of Journalismand Social Communication).

Keywords: José Sazbón, Intellectual history, Marxisms, Memory.

Palabras de apertura, por Fernanda Tocho

Buenas tardes a todos y todas. Es un honor estar aquí en este auditorio para presentar los dos volúmenes de un libro muy hermoso y esperado que se titula “José Sazbón. Una Antología comentada de su obra”, y hacerlo de manera presencial en la ciudad de La Plata, un lugar que fue tan especial en la vida de Sazbón, donde se instaló desde muy joven para estudiar la carrera de filosofía ‒recibiéndose en el año 1965‒, donde desarrolló gran parte de su trabajo como docente, inicialmente en la cátedra de Sociología General, donde construyó gran parte de sus ideas y primeros escritos, y el lugar donde forjó vínculos de amistad entrañables junto a otros grandes intelectuales y sobre todo amigos (Alfredo Pucciarelli, Ricardo Piglia, José Godio, José Antonio Castorina, entre otros). Y hacerlo también aquí junto a sus familiares más cercanos (Berta y Daniel) y queridos, en este lugar que es la Facultad de Humanidades de la UNLP que ha sido tan importante en su trayectoria profesional, como así también él lo ha sido para la vida académica de esta institución, formando a varias generaciones de docentes y estudiantes en el grado y en el posgrado.

Como ustedes saben el libro reúne los textos más importantes de toda su vida, dentro del campo de la filosofía, la historia, la sociología y la literatura, escritos la mayoría publicados (y otros inéditos como el diálogo con Perry Anderson), textos que se encontraban muy dispersos o diseminados por diferentes publicaciones, algunas de difícil acceso, pero que nunca se habían reunido y sistematizado en una antología comentada y pensada especialmente con este fin. Un libro que cuenta además con una Introducción muy sentida y muy hermosa que nos relata la vida de José, escrita por Daniel Lvovich y Alberto Pérez que son sus compiladores y organizadores, y que invitaron especialmente a otros/as colegas a comentar la obra de Sazbón en sus diversas facetas. Voy a mencionar a todos/as los/as autores: Ricardo Piglia, Luciano Alonso, Marcelo Starcenbaum, Hernán Sorgentini, Roberto Pittaluga, María Belforte, Patricio Geli, Elias Palti, Emiliano Sánchez.

Este lindísimo libro –tal como se reseña en su contratapa‒ ofrece una vía inigualable para acceder de manera sistemática al pensamiento de uno de los intelectuales más relevantes de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, recorriendo así sus escritos sobre la Revolución Francesa, el marxismo, el estructuralismo, la escuela de Frankfurt, la historiografía, la literatura, la memoria y la historia intelectual entre otros tantos campos. Y a la vez, ésta y todas las presentaciones son un canal para rendirle un merecido homenaje a quien nos ha dejado un gran legado de la pasión por la lectura y el debate de ideas. Él fue difusor, editor, traductor, maestro y mentor “el maestro secreto de toda una generación” para Ricardo Piglia; una figura imprescindible para pensar la cultura de izquierdas, la historia y la política. Y para la transmisión militante de esas ideas. Fue traductor de autores sumamente relevantes dentro de la tradición marxista, del estructuralismo, la escuela de Frankfurt, la filosofía francesa. Y un docente muy apasionado, generoso y estimulador de la discusión cultural como así lo describen y recuerdan muchos en sus escritos, alguien que siempre tenía un libro más para recomendar y leer para profundizar la controversia intelectual.

En lo personal, mi presencia aquí tiene que ver con estar representando a la Facultad de Humanidades de la UNLP que, como dije, fue una institución muy sentida en la vida de José y en particular a la Maestría en Historia y Memoria, y aquí, si se me permite, haré una breve mención autorreferencial. En el último tiempo tuve la oportunidad de cruzarme con dos documentos institucionales que lo tenían a José Sazbón como protagonista y que retratan dos momentos de su vida profesional. El primero, en el marco del trabajo de la Comisión de la Memoria del CONICET, tuve la oportunidad de encontrar y leer la ficha de investigador de José Sazbón donde se resume su paso por el organismo a partir del año 1970, donde comenzó su Doctorado bajo la dirección de Alfredo Pucciarelli en el área de Filosofía, luego la obtención de su Beca en Francia, su vuelta al país ya en un momento muy difícil como fue el año 1975 y finalmente la cesantía y expulsión del organismo en el año 1976 por la aplicación de la Ley de prescindibilidad, algo que venía a replicar la persecución que de manera sistemática ya se venía dando en las universidades y que él tambien sufrió en carne propia. No obstante, decía que ese intento de clausura de la reflexión crítica que la dictadura militar quiso llevar a cabo ‒y que dejó en toda una generación sus marcas indelebles‒ en el caso de José queda evidenciado que esa empresa no logró su total cometido, y esto se ve reflejado en la riqueza de los escritos de Sazbón en el exilio en Venezuela y luego en el país en los años ‘80 y ‘90, como también ‒y este es el segundo momento al que quería referirme‒ hace muy poco estuvimos revisando con Ana Barletta, Coordinadora de la Maestría en Historia y Memoria de la UNLP, los expedientes de creación de la carrera en el año 2003, y allí la impronta de Sazbón está por todos lados, en su diseño curricular y su plan de estudios interdisciplinario, en sus fundamentos teóricos pensando de manera pionera la creación de una carrera que, sin contar con antecedentes previos en América Latina, tuviera como objetivo la renovación de la disciplina histórica, a partir del diálogo y la articulación con el campo de las memorias colectivas para poder reflexionar críticamente sobre el pasado reciente. Y hacerlo desde una mirada plural interdisciplinaria donde la literatura, la sociología, la filosofía y la antropología también nutrieran a ese campo de conocimiento sobre el pasado no solamente en torno a la reflexión de los hechos traumáticos de violencia y el horror, sino tambien a partir de la recuperación de las experiencias de resistencias y activismos que habían marcado esas décadas, como insumos fecundos para incidir en las posibilidades de trasformación de nuestra sociedad en el presente.

En ese sentido, aquel proyecto académico, político e institucional que encabezó en la universidad con tanta pasión, también simbolizó un acto de afirmación de esa no clausura del pensamiento crítico y emancipatorio, un legado que permanece vivo entre todos los y las que estamos aquí presentes, y que continuará de manera fértil en futuras generaciones, ese al menos es mi deseo.

Presencia de José Sazbón, por Mariana Canavese

Muy buenas tardes. Es una alegría compartir este momento a propósito de la publicación de la antología comentada de la obra de José Sazbón, que organizaron Daniel Lvovich y Alberto Pérez y cuya edición fue posible gracias a un consorcio de editoriales universitarias, lo cual es todo un símbolo de esta presencia de Sazbón.

Celebro esta nueva recuperación de su obra, una obra que es vasta y que ha permanecido, para decirlo de alguna manera, diseminada en términos editoriales: quiero decir, es sintomático que José editara tantas antologías pero no reuniera él mismo sus propios textos. Esa tarea la llevaron adelante la Universidad Nacional de Quilmes con la edición de Historia y representación (2002) y de Nietzsche en Francia y otros estudios de historia intelectual (2009), Ediciones Al Margen con Seis estudios sobre la Revolución Francesa (2005) y ahora este equipo con Una antología comentada de su obra en dos tomos (2020, 2021).

Es cierto que los textos de José son, para decirlo también de alguna manera, autónomos, son enormes obras condensadas en unas pocas páginas, cada cual con una propuesta de lectura que no requiere de un prólogo, ni de un capítulo siguiente, ni de una sección de conclusiones, pero que compone cabalmente una investigación en sí misma, original, aguda, erudita, con efectos duraderos; lo contrario de un paper. Y estas iniciativas muestran bien esa relevancia y perdurabilidad de sus obras. Los textos de José son expresión de ese intelectual, como dice acá Ricardo Piglia, que no se economizaba; materializaciones de su huida de los burocratismos, que es sin duda un rasgo de su fisonomía político-intelectual.

Otro aspecto que opera en todo esto es el interés de distintas editoriales por reeditar sus trabajos y sumar –en este caso– presentaciones a cada apartado que vienen a reproblematizar su obra. Sus textos se disponen así en otros marcos de lectura, con otras compañías y asociaciones, produciendo nuevas presencias de José Sazbón.

Quisiera detenerme en una de las tantas claves de lectura escondidas entre estas casi mil páginas. Me tomo unos minutos para ponerla en contexto: como decían recién, soy investigadora del CONICET, con sede en el CeDInCI. José acompañó al CeDInCI desde su inauguración en 1998. El CeDInCI conserva, además, su fondo biblio-hemerográfico, que está compuesto por un archivo excepcional –con dossiers temáticos sobre Marx, Gramsci, Mariátegui, estructuralismo, historia intelectual, historia y memoria– y por una de las bibliotecas personales más ricas de la región sobre aspectos relacionados con la historia europea contemporánea, los intelectuales y la cultura: esa “cornucopia de la calle Salguero”, como decía Jorge Dotti (2009, p. 41), que Berta Stolior y Daniel Sazbón donaron generosamente en 2011, que ya se puede consultar en la nueva sede del CeDInCI de la calle Rodríguez Peña, pero que por años ocupó prácticamente todo un departamento aparte, a unas pocas cuadras de la sede de la calle Beltrán, en el barrio Flores. Una, en otras perlas de esa cornucopia y de esta compilación es la reproducción del diálogo en forma de entrevista que José mantuvo con el historiador inglés Perry Anderson, en Venezuela, y que muestra un estado del debate intelectual en los años ochenta.

El CeDInCI lleva adelante el Programa de historia intelectual “José Sazbón”, un espacio precedido por distintas iniciativas de Horacio Tarcus y que expresa, por un lado, el enorme afecto por José: lleva su nombre en homenaje a su amistad, a su práctica historiadora y a sus contribuciones imprescindibles a la historia intelectual, en ediciones, traducciones, cursos y ensayos que siguen interpelando al campo, que recuperan tradiciones clásicas, confrontan con las ideologías dominantes y ofrecen interpretaciones decisivas sobre la cultura político-intelectual. El programa expresa también el largo camino recorrido por el equipo de trabajo del CeDInCI en el campo de estudios de la historia intelectual, porque en nuestros modos de pensarlo José Sazbón dejó una marca muy fuerte.

La presencia de Sazbón acompañó a quienes tuvimos la fortuna de conocerlo como profesor –por ejemplo– en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. José fue un maestro que formó generaciones: en una clase podía transportarnos entre siglos en ejercicios de imaginación histórica logrados con una riqueza de pequeños detalles y de grandes explicaciones. Parecía que él mismo había estado ahí. Y en esa misma clase, regresarnos al presente con lecciones teórico-metodológicas en actualizaciones de problemas históricos e historiográficos.

Es una presencia también como “fuente”: por poner sólo un ejemplo respecto de mi propia investigación de doctorado, con su temprana organización, en 1970, de los Análisis de Michel Foucault, que edita por Tiempo Contemporáneo y que es la primera publicación íntegramente dedicada a Foucault en español y seguramente la primera en el mundo fuera de Francia; o con su libro Historia y estructura, que publica en 1981 en la Universidad de Zulia, en Venezuela, donde lleva adelante un análisis crítico de la perspectiva foucaultiana.

Y su presencia nos acompaña, claro, como lectura indispensable para cualquier investigación en historia intelectual, como promotor de perspectivas que abonan el equipo de trabajo que mencionaba hace un rato, interdisciplinario, amalgamado alrededor de una concepción amplia del campo, que se abre a distintas contribuciones y que participa de una serie de desplazamientos que se vienen haciendo lugar en las últimas décadas pero que estaban ya contenidos en estos textos de José Sazbón.

Sabemos que nos legó una enorme cantidad de escritos, sobre marxismos, sobre problemas de historia y memoria, sobre el horizonte abierto por la Revolución Francesa, etc… Pero vueltas a leer las piezas reunidas en estos tomos, es notable cómo la historia intelectual enhebra de distintos modos sus intervenciones.

Ustedes saben que las compilaciones se prestan especialmente a la versatilidad, abren distintos recorridos, facilitan desvíos y demoras. De modo que, si bien esta antología está organizada en secciones que comprenden diversos núcleos de su figura intelectual, de su producción escrita, yo encuentro acá algunos trazos que hacen al campo de los estudios de la historia intelectual como clave de lectura y que quisiera compartirlos con ustedes. Por ejemplo:

- La perspectiva histórica como un modo de advertir la vigencia de conceptos y problemas. Pero también una aproximación diversificada en el intercambio con otras áreas. Un lugar de enunciación que no solo supera el hiato entre historia y filosofía, sino que hace intervenir muchas otras perspectivas y disciplinas, que escapa de los puntos de vista parcelados. En sus propias palabras: “una historia intelectual hospitalaria” (Lvovich y Pérez, 2020, p. 111).

- La reflexión antidogmática y el carácter emancipatorio de sus postulados, que es visible en estos textos siempre abiertos a una nueva lectura, tramados por múltiples referencias, por giros y pistas detrás de las que parece que inevitablemente hay una clave que permanece oculta y que habrá que descifrar en la próxima leída. Dice acá Roberto Pittaluga: “una suerte de historiador rescatista, ante el peligro de la pérdida no solo de ciertos pasados, sino también de una relación con lo pretérito que no quede sepultada por el peso de la tradición historiográfica dominante” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 8). La historia como redención.

- Una historia intelectual atenta a los aportes del giro lingüístico (Lvovich y Pérez, 2021, p. 163) pero que no abandona en ningún momento la razón crítica para prevenir frente al nihilismo de un textualismo que podría llevarnos a liquidar cualquier certeza (Lvovich y Pérez, 2021, p. 194). Se interesa por reconstruir las condiciones en que emergen los discursos, subrayando la importancia de los contextos, de los lenguajes disponibles, de las determinaciones que han estado presentes, pero también de las experiencias y de las sensibilidades que estuvieron involucradas. Puede verse, entre muchos otros ejemplos, en la elaboración teórico-metodológica que ofrece a fines de los años noventa en “Historia intelectual e historia política: Anacharsis Cloots y el volterianismo revolucionario”; o en “Historia y experiencia”, un tesoro, donde integra y problematiza distintos aspectos de la experiencia como fuente de conocimiento, lo imperioso que es –en el acceso al pasado– “restituir las condiciones contextuales que le dan su sentido” y “recuperar las dimensiones concretas de la existencia social” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 91).

- Puede leerse acá, también, el desplazamiento de la idea de “influencia” hacia la de “recepción”: el cambio de eje que va de la soberanía del autor a la del lector y que implica una radical historización de las lecturas para pensar los problemas de la circulación y la recepción de ideas como un proceso que es siempre activo. En sus escritos se observa que no basta con los textos sino que hay que reconstruir el armazón material de esas recepciones de ideas. Una forma de la historia intelectual y de los intelectuales que incorpora mediaciones culturales más amplias y que incluye las contribuciones del giro material; esto es, para decirlo brevemente, la atención no solo al plano discursivo, a la dimensión textual, sino también al espesor de las redes, los espacios y los circuitos que favorecen los intercambios culturales, a la incidencia de las revistas, las traducciones y otras mediaciones de lectura en la circulación de ideas. Dice Sazbón:

- Es manifiesta su comprensión de la historia intelectual como una “historia del sentido” a distancia –en método, en objeto, en preguntas– de la historia tradicional de las ideas: la historia intelectual en tanto “exploración de los fenómenos de significación en la historia” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 167). Una historia intelectual abierta, no confinada, hecha de prácticas.

- Hay además un modo de pensar la historia intelectual europea desde Argentina, criticando las miradas autocomplacientes, como lo dice Patricio Geli: “Una apelación que supone romper con prejuicios eurocentristas, sentimientos de inferioridad y la autocomplacencia frente a condiciones materiales adversas” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 195).

- Por otra parte, aparece una y otra vez esa curiosidad que le permite abordar temas muy poco explorados, indicios usualmente soslayados, y que lo lleva a dar con paradojas de la circulación de ideas, a esquivar el canon de lectura, a adentrarse en sitios recónditos y, en esa tarea, a construir un lenguaje que le es tan propio. En ese universo, las notas al pie son otros textos a leer en sí mismos: no son sólo referencias sino bibliotecas, viajes, diálogos, formas de pensar, entradas a otras lecturas y a nuevos problemas. Están acá la inusitada habilidad de José Sazbón para componer a partir de apuestas éticas y políticas, de una creatividad que nunca sacrifica el rigor, de una sobriedad que no logra solapar la originalidad de sus aportes, están su generosidad y su exigencia en el pensamiento, su fina ironía.

- Otro aspecto es que a esta perspectiva la acompaña la confianza –hoy fundamental– en que la historia todavía tiene sentido: una certeza que le permite revalidar la vigencia de las disputas históricas por los legados y los sentidos políticos e ideológicos en nuestras culturas, como diría él mismo, “tan necesitadas de crítica y transformación” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 371).

- Una historia intelectual, en fin, tramada por reflexiones historiográficas, concepciones del oficio, pensamientos sobre teoría de la historia, la historia de los intelectuales y los problemas de la recepción de ideas. Su “Aspectos de la recepción temprana de Nietzsche en Francia” es paradigmático. Pueden ver una presentación en el texto de Elías Palti que abre esa sección específica. Pero también están aquí sus productivas lecturas de aspectos del feminismo. O “Un capítulo abierto de historia intelectual: el régimen discursivo del Manifiesto”, un texto en el que desbroza el terreno de la historia intelectual y compone en pocas páginas un panorama agudo de posibilidades y problemas. Propone, también ahí, que la historia intelectual es un capítulo abierto de la historia. Y claro, su “Presencia de Voltaire”, esa “presencia viva en contextos históricos diferentes del suyo” –dice José– como “una forma entre otras de recuperar una tradición que se elige perpetuar y actualizar” (Lvovich y Pérez, 2021, p. 371). Bueno, de eso se trata esto. Y por todo esto y más es que José Sazbón forma parte de nuestras investigaciones, es un diálogo ineludible en nuestras aproximaciones al punto de que no hubiésemos podido escribir nuestros textos sin los suyos. Por eso, y porque muchos de estos escritos no son de fácil acceso para quien no tiene alguna orientación de lectura, celebro una vez más este homenaje de honrar sus trabajos y ponerlos a circular nuevamente entre generaciones que no tuvieron la suerte de conocerlo antes.

Este conjunto de textos que se actualizan con esta publicación permitiría incluso aplicar a José Sazbón una historia intelectual: revisar sus diferentes contextos de producción, sus lecturas y experiencias político-intelectuales, sus vertientes teóricas y opciones metodológicas, sus diversos objetos, y al fin sus recepciones (sus “posteridades”): lecturas y relecturas donde podemos encontrar, siempre, nuevas pistas para seguir pensando en compañía de estas presencias de José Sazbón. Eso me pasó a mí y se los deseo a ustedes.

La historia intelectual en cuanto historia del sentido supone una inspección tanto de la organización material que sustenta la producción y vehiculización de las significaciones como de las condiciones en que se pone de manifiesto una lógica social que impulsa a su desciframiento, reproducción y eventualmente alteración (Lvovich y Pérez, 2021, p. 167).

José Sazbón. Una antología comentada de su obra, por María Belforte

Presentar una obra como la de José Sazbón creo que involucra poner en juego una doble dimensión: por un lado, la personal, la emotiva, la que atraviesa los recuerdos compartidos con el que fue, para quienes tuvimos la suerte de conocerlo, Sazbón profesor, cercano y al mismo tiempo lejano por su inmensa erudición tan particularmente atravesada por su humildad y calidez humanas. Desde este recuerdo tan presente y de una forma muy propia, su obra, en este sentido, se muestra inseparable de la persona. Los distintos comentarios a las secciones de este libro y las reflexiones sobre su condición de intelectual revelan con metáforas e imágenes algunas de sus señas particulares: “historiador rescatista”, ensayó Roberto Pittaluga (2021, p. 8), o “lector ideal”, lo retrató Ricardo Piglia (2020, p. 18).

De esta dimensión de lo personal se disparan los aspectos más intensos de la experiencia. En este caso, probablemente no sea exagerado apelar al concepto de experiencia en el sentido benjaminiano, ese concepto que remite a aquella forma, empobrecida en la modernidad y en proceso de desaparición, según el cual la experiencia es fruto de un trabajo, de una continuidad, de una repetición, que no está puesta ahí en la memoria a disposición permanente, sino que se juega en la constitución misma de la subjetividad con el mundo. Esta experiencia tiende a ser además incompatible con la sensibilidad del sentido común del hombre como individuo privado. Los que tuvimos la suerte y el privilegio de compartir estudio o trabajo con Sazbón y más aún, los que forjaron la cercanía mayor de una amistad, conocimos ese intercambio humano difícilmente clasificable porque implica algo del ámbito de esa experiencia transformadora. Lo que se ponía en juego siempre en el encuentro grupal y las discusiones de los textos estaba en el orden de la resignificación, de una repetición que marca una huella, un proceso en continuidad que se encuentra en el trabajo colectivo con las ideas, las teorías, los discursos.

Esta dimensión de la experiencia personal y grupal es también relevante cuando se trata del trabajo intelectual y su plasmación material. En Sazbón estaba presente, y así lo transmitía, la idea de que el conocimiento es un proceso colectivo, como lo señala Patricio Geli al comentar sus escritos sobre la Revolución Francesa; en este sentido –y retomo aquí las palabras de quien fue por años su compañero en la cátedra de Problemas Mundiales Contemporáneos de la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires– “esas enseñanzas continúan vigentes” (2021, p. 195).

La segunda dimensión de su obra evidentemente es la de la concreción misma de la investigación y el estudio en los ensayos y artículos que aquí se presentan compilados en estos dos volúmenes. La multiplicidad de facetas y temas involucrados, así como su abordaje absolutamente crítico, son prueba de una forma de trabajo con el pensamiento que hoy cada vez nos parece más extraña frente al vértigo de lo cuantitativo en las velocidades académicas. Desde el punto de vista de la producción intelectual, da cuenta de una concepción enciclopédica del conocimiento, atravesada por un aspecto ilustrado en la base de los análisis críticos que abarcan las distintas disciplinas humanas. La famosa frase de Ernst Bloch en el prólogo de su Principio esperanza parecería ser apropiada para describir la rigurosa perspectiva de Sazbón: “pensar significa traspasar” (2007, p. 26) (Denken heisst Überschreiten), o también atravesar, pero también superar. Porque se aprecia en los análisis de Sazbón no solamente una rigurosidad filológica y un compromiso metódico con el conocimiento, propios del auténtico investigador, sino la necesidad constante e imperiosa de poner en movimiento las ideas en juego y de sacar del estancamiento repetitivo los temas y autores a menudo apropiados por los sistemas de la cultura y la academia. Una de las características del abordaje de los distintos pensadores y temas que aparecen en su obra es el trabajo de revisión de la recepción y la lectura hegemónicas, así como del reduccionismo conceptual que elimina la problematización para construir con las ideas “productos” culturales, sociológicos, históricos o filosóficos fácilmente consumibles. Contra esta tendencia se enfrenta la exposición analítica de su trabajo, mediante un recorrido que descompone siempre los presupuestos y fundamentos del lugar de enunciación. Se ve aquí entonces un ejercicio constante de ilustración crítica, podríamos decir.

En este punto me parece importante intentar reconstruir al lector que presupone la obra de Sazbón. El sujeto convocado es sin duda un receptor esforzado. No solamente por la cantidad de niveles conceptuales puestos en juego en sus exámenes, sino también por la intencional complejidad estilística que desde la articulación reflexiva hasta la condensación terminológica apunta a hacer nacer en el sujeto el movimiento, la traslación de ideas característica del pensar. En su introducción, Elías Palti se refiere al estilo característico de Sazbón con una metáfora, la del tallado de cristales (2021, p. 331), que señala la meticulosidad y la pulcritud de cada oración y cada palabra. También Roberto Pittaluga ilustra bellamente esta marca estilística de sus escritos: “como si cada frase estuviera a punto de estallar como un relámpago esférico de posibles derroteros reflexivos” (2021, p. 7).

Desde la perspectiva del lector presupuesto en sus escritos, se puede reconocer la apelación a la ruptura de los compartimentos estancos que a menudo generan los reduccionismos académicos y las esferas del conocimiento institucionalizado. Los ámbitos de la comodidad disciplinar son abiertos y transgredidos sin pasar por alto las especificidades de sus respectivas metodologías. Sazbón pone en juego así un metadiscurso que analiza los abordajes, las recepciones y las transformaciones de las ideas y conceptos en las distintas especialidades y propone al lector una trascendencia de esos aparatos científicos en la indagación de una perspectiva más amplia. La clave es siempre la búsqueda constante de una perspectiva crítica que se logra con un movimiento metódico entre la confianza en el conocimiento y la desconfianza hacia la complacencia del concepto establecido.

Me interesa también retomar las posibilidades y potencialidades de la recepción de una obra como la de Sazbón a futuro. Creo que en lo referente a su posteridad plantea un desafío, porque propone formas de la reflexión y la crítica que tienden a debilitarse. Sus escritos apelan a un lector atento y comprometido y se presentan alejados de propuestas didácticas simplificadoras. En ese sentido, implican una actitud de movimiento e incomodidad. Ricardo Piglia recordó una frase de Fanon que lo unió a su “lector ideal”, como lo llamó en sus instantáneas, “No me gustan los hombres que se economizan” (2020, p.19). La lectura de sus artículos invita a no economizarse. La recompensa de esa invitación, y aquí se advierte nuevamente el espíritu ilustrado de sus análisis, es la apertura a un saber más profundo y riguroso, un saber sin urgencias, pero más envolvente. Problemas supuestos e ignorados aparecen recuperados en un trabajo activo de recepción, de confrontación histórica, que se enriquece a su vez con el abordaje filosófico-analítico sobre la idea. Esta amalgama metodológica responde, me parece, a un trasfondo común en sus análisis y estudios, un fundamento que pareciera atravesar su trabajo intelectual en los distintos órdenes; querría caracterizar ese trasfondo o fundamento como una forma de “política sutil”, un compromiso intelectual con la construcción de una mirada política que guía la interrogación de los textos. Política, porque crea herramientas para comprender y transformar, y sutil, porque insiste en aquello que queda en los márgenes, que es agudo pero al mismo tiempo delicado, ajeno a todo tipo de dogmatismos y recetas.

Y así también, recuperando una relación sustantiva entre estilo y contenido, tal como propugnaba Walter Benjamin para lograr una auténtica crítica el yo se encuentra borrado de sus artículos para dar lugar a lo que el filósofo berlinés llama una militancia por el “laconismo de la semilla y la fertilidad”, por “la verdad poco vistosa” (2017, p. 142). Por eso me parece interesante recuperar esta dimensión política de su tarea de intelectual, que quizás no se muestra a simple vista, pero que es sin duda sólida en sus fuentes y consistente en sus fundamentos. Insisto, me parece que la obra de Sazbón como intelectual construye una forma propia de compromiso que se me ocurre caracterizar como sutil, alejada de los juegos discursivos y las metáforas evidentes. En tiempos en los que el rol político de los intelectuales se muestra especialmente amenazado por la fuerza de la burocracia institucional y por la reproducción y diseminación de productos culturales, surgida sin embargo dentro del contexto de trabajo en las instituciones universitarias o de su carrera de investigador en el Conicet, la obra de Sazbón muestra una posición que escapa a los estereotipos académicos fácilmente clasificables y sostiene su compromiso con el saber como un fundamento de esos espacios que le dan origen. Ese compromiso que apoya y fortalece la legitimidad de las instituciones de investigación y enseñanza se observa en las distintas instancias de su ejercicio intelectual y en los múltiples roles que ejerció, como profesor, como investigador, como editor o traductor, como historiador, etc.

En uno de sus artículos de esta antología comentada, Sazbón pone el acento en la idea del legado político de la Escuela de Frankfurt y me parece que la palabra legado puede retomarse para referirse a su propio trabajo con la teoría crítica. También resulta apropiado extender la idea de legado a su obra como un todo, que al recorrer diversos temas y pensadores, recoge la herencia de una tradición humanista, de la que acaso en la realidad nos queda poco y que, sin embargo, tras las múltiples reelaboraciones y revisiones de la crítica, pulsa e insiste en la obra de José Sazbón.

Consideraciones sobre la intervención intelectual de José Sazbón, por Marcelo Starcenbaum

Se ha aludido con frecuencia al carácter singular de la intervención intelectual de José Sazbón. Sostenida por una erudición y una rigurosidad excepcionales, dicha intervención es portadora de dos rasgos que la diferencian de la de los demás intelectuales de su generación. Por un lado, el carácter fragmentario de su obra se prolongó en el abordaje de una multiplicidad de objetos: los marxismos, el estructuralismo, la memoria, la historiografía, la Escuela de Frankfurt, la Revolución francesa, la historia intelectual. Este rasgo es al que suelen aludir con justeza las caracterizaciones de Sazbón como un intelectual tan sobresaliente como esquivo de las tendencias a la especialización propias del campo académico. Por el otro, su inscripción en la tradición marxista y el campo de las izquierdas se realizó en un plano preponderantemente teórico. Una circunscripción llamativa tratándose de espacios normados por la inescindibilidad entre las dimensiones teórica y práctica de la actividad humana. Es esta característica la que ha llevado a los conocedores de la trayectoria intelectual de Sazbón a referirse a él como un “marxista sin partido”.

La colocación de Sazbón en las trayectorias del marxismo de la segunda mitad del siglo XX nos ofrece algunos elementos para volver inteligible esta singularidad. Como se desprende de la hipótesis clásica esbozada por el historiador inglés Perry Anderson (1979) en su Considerations on Western Marxism, las formaciones marxistas desarrolladas a partir de la Segunda Guerra Mundial adquirieron unos rasgos claramente diferenciados de las generaciones anteriores. Bajo el doble condicionamiento histórico de la expansión del capitalismo en Occidente y el estancamiento de la revolución en Oriente, el marxismo de la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por el divorcio de la práctica política, la centralidad del análisis superestructural, la orientación filosófica y la utilización de un lenguaje críptico y especializado. Así, el marxismo occidental desplazó una práctica intelectual anudada con la práctica política, centrada en las problemáticas socioeconómicas y políticas del capitalismo, y orientada a las masas destinadas a protagonizar la transformación social.

Los vínculos entre la intervención de Sazbón y la tradición marxista occidental son evidentes. Por un lado, porque su práctica intelectual se inscribe abiertamente en los rasgos sistematizados por Anderson. Aún en los confines de Occidente, el intelectual argentino estuvo divorciado de la práctica política, se orientó hacia las problemáticas filosóficas y escribió para un público universitario y especializado. Por otra parte, porque su itinerario intelectual estuvo jalonado por los grandes nombres que dan forma al marxismo occidental. Es posible recortar en su producción una constelación teórica en la que se encuentran Sartre, Althusser, la Escuela de Frankfurt y Foucault. Al igual que todos ellos, Sazbón fue efectivamente un “marxista sin partido”. Es decir, un intelectual que inscribió su trabajo en el corpus teórico abierto por Marx y Engels pero que se mantuvo a distancia de la práctica política transformadora ‒representada en el siglo XX por la forma partido de la tradición comunista. Una distancia nada azarosa, tratándose del vínculo con expresiones políticas atravesadas por la codificación dogmática de la teoría marxista.

En el contexto local, la trayectoria de un “marxista sin partido” resalta aún más sobre un fondo histórico en el que se combinaron modernización cultural y radicalización política. Desde comienzos de la década de 1960 hasta el golpe de Estado de 1976, los intelectuales argentinos atravesaron un proceso de creciente politización en el que los conceptos provenientes de la tradición marxista se articularon con una práctica transformadora. Primado de la práctica política, antiintelectualismo, función revolucionaria de la teoría, constituyeron núcleos de sentido que volvieron tan atípicas como conservadoras las trayectorias intelectuales orientadas a la producción teórica y escindidas de la práctica política revolucionaria. En este sentido, la figura de Sazbón efectivamente desentona con la de quienes compartieron con él la formación a fines de la década de 1950 y renovaron luego el debate intelectual en la década de 1980 ‒Ricardo Piglia, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano y Oscar Terán, por mencionar a algunos.

Si bien estos marcos interpretativos resultan iluminadores, algunas de sus limitaciones permiten una complejización de los términos en los cuales suele ser comprendida la intervención intelectual de Sazbón. En el caso del marxismo occidental, se ha señalado el carácter tajante de la separación entre teoría y política en la trayectoria de los intelectuales de la segunda mitad del siglo XX. La sistematización andersoniana pareciera circunscribir la politicidad de la práctica intelectual únicamente a la vinculación orgánica con las expresiones partidarias del movimiento comunista internacional. En el caso de la politización de los intelectuales argentinos, también ha sido problematizada la hipótesis acerca de la progresiva anulación de la autonomía intelectual frente a la imposición de la política revolucionaria. De acuerdo a las interpretaciones canónicas sobre el proceso de modernización cultural y radicalización política, el campo intelectual argentino podría ser dividido esquemáticamente entre las posiciones resultantes de una politización anuladora de la autonomía de las ideas y una autonomización de las ideas frente a las vicisitudes de la práctica política.

Ni el hecho de haber sido un “marxista sin partido” alejó a Sazbón de los avatares de la experiencia comunista, ni haberse mantenido al margen de la política revolucionaria en Argentina lo distanció de los grandes problemas de la izquierda de nuestro país. Sin estar vinculada directamente con una práctica militante, su producción teórica estuvo siempre atravesada por una fuerte carga política. Rasgo presente, por ejemplo, en su trabajo de largo aliento acerca de la relación entre modelo puro y formación impura en la obra de Marx y Engels. A través de esta investigación, Sazbón buscaba recuperar la existencia simultánea en dicha obra de la sistematización de los atributos de la sociedad burguesa moderna y de la interrogación sobre procesos históricos concretos. De este modo se revelaba la capacidad de la teoría marxista de formalizar un tipo ideal de burguesía y de contradicción de clase pero también de enfrentar el desarrollo efectivo de la sociedad burguesa y de la contradicción de clase. Puede apreciarse aquí un direccionamiento de la relación entre teoría marxista y realidades efectivas análogo al de otras conceptualizaciones preocupadas por constatar que la contradicción entre capital y trabajo nunca se presenta de manera pura sino que siempre está afectada por los desarrollos históricos concretos ‒tales como la sobredeterminación en Althusser o la guerra de posiciones en Gramsci.

Esta politicidad de la teoría también se expresó en su intervención en el marco de la crisis del marxismo en las décadas de 1980 y 1990. Al respecto, Sazbón produjo un análisis en el cual dicha crisis quedaba enmarcada en un proceso más amplio de descrédito de los esquemas de intelección histórica. De esta manera, agrupaba un conjunto de tendencias que erosionaban los elementos que le daban sustento a la experiencia moderna. El estructuralismo levi-straussaniano, el giro narrativista propiciado por Hayden White y el revisionismo historiográfico francés encabezado por François Furet eran reunidos en un mismo efecto de devaluación de las nociones de sujeto, verdad e historia. Por otro lado, Sazbón relativizaba la novedad de la crisis del marxismo al reconstruir los episodios de crisis y reconstrucciones atravesada por la tradición marxista en sus ciento cincuenta años de existencia. En lo que denominó una “lectura sinóptica” de las crisis, agrupó todos aquellos episodios en diferentes categorías ‒diversas combinaciones de deconstrucciones y reconstrucciones‒, lo cual le permitió echar luz sobre la crisis específica de aquellos años pero también sobre el marxismo como una tradición que se desarrolla a través de las crisis.

La particular imbricación entre teoría y política puede ser asimismo constatada en el debate que lo enfrentó con Terán en la revista Punto de Vista a mediados de la década de 1980. También inscripto en la problemática de la crisis, la discusión giró alrededor de la necesidad de un movimiento más allá del marxismo. En aquel contrapunto, Sazbón se permitía dudar de la legitimidad asumida por Terán entre los límites de la determinación económica y la superación del aparato conceptual marxista. De una lectura superficial del intercambio se podría deducir que era Terán quien aportaba la dimensión política, especialmente por la inscripción de los problemas inherentes a los conceptos marxistas en la experiencia fallida del socialismo real. Una indagación más profunda permite advertir no sólo que Sazbón también argumentaba en un registro político sino que sus posiciones resultaban más radicales que las de su interlocutor. Por un lado, poniendo en duda la superposición realizada por Terán entre los conceptos elaborados por Marx y el marxismo realmente existente desarrollado en el siglo XX. Por otra parte, observando los rasgos conservadores de una propuesta de superación del marxismo esbozada en el contexto de recuperación de la democracia en el país y de crisis terminal de la única experiencia alternativa al capitalismo.

Estos ejemplos, que bien podrían ser reemplazados por otros de su vasta obra, dan cuenta de las particularidades de la intervención intelectual de Sazbón. Una intervención claramente enmarcada en la trayectoria del marxismo occidental pero cuyos contornos no pueden ser deducidos de una contraposición simple entre teoría y política. En el mismo sentido, se trata de un itinerario intelectual inscripto en la trayectoria de la izquierda argentina pero cuyo perfil no puede ser comprendido como una circunscripción a las ideas en detrimento de la política transformadora. Se trata de una intervención intelectual singular, desarrollada preponderantemente en el plano teórico pero fuertemente vinculada a los grandes problemas políticos de nuestra época. Al igual que tantos otros marxistas e intelectuales críticos contemporáneos, Sazbón aportó con su trabajo a la comprensión de la sociedad capitalista y al debate alrededor de su transformación. Un intelectual, cuyo “marxismo sin partido” no constituyó nunca un marxismo sin política.

Palabras de cierre, por Daniel Lvovich y Alberto Pérez

Las agudas presentaciones que nos precedieron iluminan diversos aspectos de la obra de José Sazbón: sus modos de construir conocimiento, sus lecturas, su relación con la política, sus aportes a la historia de las ideas. Pero dan cuenta, también, de la complejidad del pensamiento de un intelectual extraordinario, indudablemente solvente en muchas áreas del saber, que ha contribuido en campos muy diversos del pensamiento social como autor, traductor –en los distintos sentidos de la expresión‒ e introductor a la vida cultural argentina y en muchos casos al ámbito hispanoparlante, de varios de los más importantes debates intelectuales del siglo XX. Un intelectual que, en definitiva, combinó la rigurosidad y minuciosidad de su conocimiento y expresión con una voluntad siempre presente de que sus aportes se conectaran y aportaran a las amplias vertientes de los saberes emancipatorios.

Así, este “maestro secreto de una generación”, como lo llamara Piglia, y seguramente de varias generaciones, aportó sin dudas a los modos en que hemos aprendido a leer a tantos autores, a conectar tradiciones, a interpretar textos, de un modo mucho más profundo y persistente que el que pareciera evidente.

Cuando hace ya ocho años asumimos la tarea de reunir, ordenar y presentar la obra de José, no éramos plenamente conscientes de la extraordinaria dimensión de sus aportes. Por ello, no fue tan sencillo identificar en el total de su obra una serie de núcleos que permitieran dar cuenta de sus aportes fundamentales y convocar a partir de allí a los colegas que seleccionarían los textos y escribirían los correspondientes estudios preliminares. Finalmente, esos núcleos fueron el marxismo, al que se dedicó Luciano Alonso; el estructuralismo, organizado por Marcelo Starcenbaum; la memoria y la conciencia histórica, al cuidado de Hernan Sorgentini; la historiografía, a cargo de Roberto Pittaluga; la Escuela de Frankfurt, organizado por María Belforte; la revolución Francesa, a cargo de Patricio Geli y la circulación y recepción de ideas, cuya responsabilidad asumió Elías Palti. A ellos se sumó un bello texto póstumo que Ricardo Piglia había dedicado a su amigo José, al que los organizadores de la compilación consideramos como un marco para presentar dos textos de Sazbón vinculados a su experiencia literaria. También convocamos a Emiliano Sánchez a publicar una versión de un artículo publicado con anterioridad sobre la biblioteca de José Sazbón.

No tenemos más que agradecimiento para estos y estas colegas, casi todos ellos además discípulos, amigos o compañeros de José en sus aventuras intelectuales, cátedras o investigaciones.

Esta obra es la primera de una serie organizada por el Consejo de Decanas y Decanos de las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas de la República Argentina (CODESOC), que busca poner a disposición de los lectores y lectoras la obra de intelectuales relevantes de nuestro país cuya obra no resulta en su totalidad de fácil acceso. En el caso de la producción de José Sazbón, mientras una parte de sus textos fue publicada en compilaciones editadas por la Universidad Nacional de Quilmes y Ediciones Al margen de La Plata, otra parte de sus escritos se encontraba disperso y en ocasiones inaccesible, en actas de jornadas, revistas de baja circulación y otras ya desaparecidas. Afortunadamente, pudimos recuperar todas ellas. Por supuesto, nuestro agradecimiento al CODESOC por haber impulsado y apoyado esta iniciativa es enorme.

También queremos expresar nuestro agradecimiento a las editoriales universitarias que junto al CODESOC hicieron posible este libro. Las Editoriales Universitarias de Villa María, Río Negro, Tucumán y Tierra del Fuego asumieron con entusiasmo esta aventura, que culmino en dos gruesos tomos que en conjunto suman casi 950 páginas. Entre todas las personas que participaron de las tareas editoriales, el impulso y la tenacidad de Carlos Gazzera, director de Eduvim garantizaron que pese a las múltiples dificultades que hubo que enfrentar, este ambicioso proyecto se haya podido finalmente concretar. Que la publicación de este libro sea el resultado de la colaboración de universidades y editoriales públicas es un motivo adicional de satisfacción.

Agradecemos asimismo a los compañeros del CEDINCI, que nos permitieron consultar la Biblioteca Sazbón, y volver a publicar en esta obra la “Contribución a una bibliografía de José Sazbón”, que a su vez pudimos completar en el desarrollo del trabajo para organizar este libro

Berta Stolior, la compañera de toda la vida de José, y su hijo Daniel, apoyaron este proyecto con entusiasmo. Berta nos facilitó textos y fotos de José, mantuvimos varias charlas que nos permitieron conocer aspectos que volcamos en la introducción del libro, y nos permitió acceder a la grabación de las conversaciones que Sazbón mantuvo en 1982 con Perry Anderson, cuya desgrabación editada forma ahora parte del libro, a la manera de un excepcional documento de historia de la cultura y de las ideas. Por todo ello, nuestro agradecimiento a Berta y Daniel es inmenso.

En su contribución, María Belforte retoma el concepto de legado ‒propuesto por el propio Sazbón en relación a la Escuela de Frankfurt‒ para referirse a nuestro autor, de quien afirma que su obra trabaja profundamente sobre los recursos conceptuales que ofrece la teoría para lograr su diseminación, como parte de su responsabilidad por la transmisión , tanto en sus textos cuanto en sus clase: Si los tomos que hoy presentamos contribuyen a materializar ese legado, habrán cumplido la función a la que aspirábamos.

Referencias

Anderson, P. (1979). Consideraciones sobre el marxismo occidental. México: Siglo XXI.

Benjamin, W. (2017). Contra una obra maestra. Sobre El poeta como líder en el clasicismo alemán, de Max Kommerell. En Die Literarische Welt, 15 de agosto de 1930. En Benjamin, W., La tarea del crítico (pp.133-143). Buenos Aires: Eterna cadencia. Trad. de Ariel Magnus.

Bloch, E. (2007). El principio esperanza I. Madrid: Trotta. Trad. de Felipe González Vicén.

Dotti, J. (2009). Recuerdos de un lector cómplice. En AA.VV., Homenaje a José Sazbón (pp. 37-42). Buenos Aires: IDAES-UNLP-CeDInCI.

Geli, P. (2021). Apostilla a los escritos de José Sazbón sobre la Revolución Francesa. En D., Lvovich y A., Pérez (org.), José Sazbón. Una antología comentada de su obra Vol. II (pp.185-195). Villa María: Eduvim et al.

Lvovich, D. y Pérez, A. (orgs.). (2020). José Sazbón: Una antología comentada de su obra. Villa María: Eduvim.

Lvovich, D. y Pérez, A. (orgs.). (2021). José Sazbón: Una antología comentada de su obra II. Villa María: Eduvim.

Palti, E. J. (2021). José Sazbón y el problema de la circulación y recepción de las ideas. En D., Lvovich y A., Pérez (org.), José Sazbón. Una antología comentada de su obra Vol. II. (pp. 327-332). Villa María: Eduvim et al.

Piglia, R. (2020). Cinco instantáneas de José Sazbón. En D. Lvovich y A. Pérez (org.). José Sazbón. Una antología comentada de su obra Vol. I. (pp. 17-22). Villa María: Eduvim et al.

Pittaluga, R. (2021). José Sazbón: una historiografía de la adversidad. En D. Lvovich y A. Pérez (org.), José Sazbón. Una antología comentada de su obra Vol. II. (pp. 7-12). Villa María: Eduvim et al.

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