Aletheia, vol. 12, nº 24, e123, junio - noviembre 2022. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria

Dosier: "Malvinas, 40 años después:
reflexiones y desafíos en clave de memoria y soberanía"

Malvinas: voces de la plaza. Los discursos de Galtieri y los pronunciamientos de los manifestantes en las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo el 2 y el 10 de abril de 1982

María Sofía Vassallo

Universidad Nacional de Lanús, Argentina
Cita recomendada: Vassallo, M. S. (2022). Malvinas: voces de la plaza. Los discursos de Galtieri y los pronunciamientos de los manifestantes en las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo el 2 y el 10 de abril de 1982. Aletheia, 12(24), e123. https://doi.org/10.24215/18533701e123

Resumen: Investigamos las movilizaciones a la Plaza de Mayo del 2 y 10 de abril de 1982 por la recuperación de las islas Malvinas; entendemos que ahí hay pistas fundamentales para comprender las complejas relaciones entre los argentinos, la dictadura militar, las Malvinas, Gran Bretaña y las grandes potencias. Analizamos los mensajes del presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri, pronunciados desde el balcón de la Casa Rosada y los diversos modos en que se expresan los manifestantes en la Plaza de Mayo. Son voces producidas en el marco de interacciones dialógicas, voces que discuten, reformulan y/o defienden otras voces, enunciados engendrados a partir de enunciados anteriores, propios y ajenos, que anticipan objeciones y posibles respuestas, que exhiben coincidencias, tensiones y disidencias entre los participantes. El análisis de estos discursos permite dar cuenta de cómo los sujetos se representan las tareas del momento que viven y le dan respuesta movilizando sus matrices ideológico discursivas, adecuándolas a los nuevos desafíos. Presentamos resultados parciales de una investigación en curso.

Palabras clave: Guerra, Malvinas, Movilizaciones, Plaza de Mayo, Galtieri.

Malvinas: voices from the square. Galtieri´s speeches and the pronouncements of the demonstrators in the massive mobilizations in the Plaza de Mayo on April 2nd and 10th, 1982

Abstract: We research the mobilizations to the Plaza de Mayo on April 2nd and 10th, 1982 for the recovery of the Malvinas Islands; because we understand that there are fundamental clues to read the complex relations between the Argentines, the military dictatorship, the Malvinas, Great Britain and the great powers. We analyze the messages of the de facto president Leopoldo Fortunato Galtieri, sayd from the balcony of the Casa Rosada and the various ways in which the demonstrators expressed themselves. They are voices produced within the framework of dialogical interactions, voices that discuss, reformulate and/or defend other voices, statements generated from previous statements, their own and those of others, that anticipate objections and possible responses, that exhibit coincidences, tensions and dissidences between the participants. The analysis of these discourses allows us to account for how the subjects represent the tasks of the moment they live and respond to it by mobilizing their ideological-discursive matrices and adapting them to the new challenges. We present here partial results of an ongoing research.

Keywords: Malvinas war, Demonstrations, Plaza de Mayo, Galtieri.

Este estudio está inscripto en la investigación Malvinas: las voces de la Plaza que desarrollamos junto a Juan Natalizio en el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, cuyos resultados parciales hemos presentado en la III° Jornada de la Cuestión Malvinas (UNLP, diciembre 2021) y presentaremos en el Congreso Voces de Malvinas cuarenta años después (UNLa, marzo 2022).

El corpus de este trabajo está constituido por los mensajes del presidente de facto Teniente General Leopoldo Fortunato Galtieri y los diversos modos en que se expresan las multitudes que participan de las movilizaciones a plaza de Mayo por la recuperación de las islas Malvinas el 2 y el 10 de abril de 1982 (con todas las mediaciones que lo hacen posible, registros gráficos, fotográficos y audiovisuales que constituyen en sí mismos interpretaciones). Estudiamos expresiones del público en distintos géneros discursivos. Analizamos los gritos individuales y colectivos, los cantos y consignas, las pancartas, carteles y banderas, los objetos e instrumentos portados, la gestualidad y la vestimenta de los participantes y el modo en que los distintos grupos se posicionan en el espacio público. A partir del análisis de estos discursos nos proponemos estudiar las coincidencias, tensiones y disidencias entre el presidente de facto y el público presente, entre el presidente y los funcionarios de su gobierno (los que están junto a él en el balcón de la Casa Rosada y las significativas ausencias) y, también, entre los distintos grupos de manifestantes. Analizamos estas expresiones diversas a partir de nuestras propias transcripciones del registro audiovisual de estos actos masivos, en las que recuperamos citas de la oralidad popular que no aparecen en otras transcripciones que se circunscriben al discurso presidencial1. También estudiamos imágenes fotográficas, crónicas periodísticas e históricas y testimonios de los participantes.

El análisis del discurso y de los procesos de intercambio discursivo que incluye, tanto aspectos verbales como no verbales de la comunicación (gestos, entonaciones, silencios), no sólo la dimensión racional, sino también la sensible y pasional, aporta conocimientos sustantivos para la interpretación de la relevancia política de estas movilizaciones masivas: cómo los sujetos se representan las tareas del momento que viven y le dan respuesta movilizando sus matrices ideológico discursivas y adecuándolas a los nuevos desafíos.

Abordamos el corpus desde la perspectiva de la teoría de la enunciación, la teoría de los discursos sociales de Eliseo Verón (en general y particularmente su concepción del discurso político, 1980, 1987, 1997, 2004) e instrumentos teórico-metodológicos para el análisis de discursos desarrollados por Elvira Narvaja de Arnoux (2006, 2008, 2015, 2019), especialmente, su producción en torno a las matrices discursivas y sus orientaciones para vincular modos de enunciación y lugares sociales. Para el estudio de las interacciones verbales trabajamos básicamente con el instrumental analítico desarrollado por Lars Fant (1996) y Catherine Kerbrat-Orecchioni (1987, 1996). La concepción del discurso y, especialmente, la noción de dialogismo de Mijail Bajtín (1974, 1975, 1979) orientan nuestro trabajo y sus estudios sobre la cultura popular, el carnaval, la percepción carnavalesca del mundo y los géneros cómico-serios están en la base de nuestras interpretaciones de gritos, cantos y consignas de los manifestantes. El paradigma indicial de Carlo Ginzburg (1986) y el modo de abordaje de Luisa Passerini (1987) de los testimonios orales de obreros turineses durante el fascismo encuadran nuestro análisis de las múltiples expresiones de los participantes en los actos masivos estudiados: el universo simbólico-mitológico que evocan, las demandas y sentimientos que manifiestan, la manera en que se posicionan a sí mismos y frente a Galtieri y a la Junta militar, el tipo de vínculo que estos discursos propician y las acciones que desencadenan, entre otras. El concepto de configuración cultural de Alejandro Grimson (2011) resulta fecundo para dar cuenta de las relaciones entre los argentinos, la dictadura, Malvinas, Gran Bretaña y las grandes potencias.

Para abordar la complejidad retomamos del interaccionismo simbólico el interés por la interacción y por la producción de sentido e identidades y los aportes de Erving Goffman (1967) sobre el carácter ritual de la interacción cara a cara y su reivindicación como unidad de análisis legítima para las ciencias sociales. El objeto de este trabajo es el “locus primordial del hacer social” en términos de Emanuel Shegloff (1987), esto es el habla en interacción (Ford y Wagner, 1996), el diálogo. En ese marco, hacemos foco en el análisis detallado de los eventos de interacciones masivas concebidos como rituales y como performances en el sentido de Víctor Turner (1999, 2002). La performance y el ritual constituyen una zona de la experiencia humana (condensada, repetitiva, escénica, organizada en secuencias temporales y altamente significativa para sus participantes) que tiene la potencialidad de dar cuenta de las formas de organización social de un grupo y de sus relaciones de poder y jerarquías y también de sus áreas de indeterminación, ambigüedad e incertidumbre e implica sumar a la racionalidad, la volición y el afecto. Pueden analizarse en términos de “dramas sociales” en la medida en que son intrínsecamente dramáticos porque los participantes no sólo hacen cosas sino tratan de mostrar a otros lo que están haciendo o han hecho, constituyen una secuencia de acciones ejecutadas para un público. Como señala Goffman hace más de medio siglo, permanecen aún hoy escasamente exploradas: “los sociólogos que se especializan en la conducta colectiva han concentrado su atención en el pánico, los motines y las muchedumbres, sin dedicar grandes reflexiones a la estructura de las transacciones humanas pacíficas en los lugares públicos” (1967). De esto trata justamente este trabajo, del análisis de esas transacciones humanas en lugares públicos.

La complejidad de las interacciones masivas que nos ocupan exige un abordaje interdisciplinario en el que convergen el análisis del discurso, la historia, la comunicación, la antropología, la sociología y la ciencia política.

La Guerra de Malvinas en los estudios del pasado reciente

El conflicto bélico con Gran Bretaña de 1982, la única guerra convencional librada por la Argentina en el siglo XX, como señala Pablo Bonavena, “se transformó en la batalla naval más grande y encarnizada desde la Segunda Guerra Mundial (Berasategui, 2011, p. 353) y, al mismo tiempo, la última de esas características” (2012, p. 102). Constituye un acontecimiento histórico central en nuestro pasado reciente. Como advierte Rosana Guber, cuarenta años después, el gran desafío continúa siendo arremeterle a la complejidad y superar los dos modelos interpretativos instalados. Por un lado, la historiografía sobre el pasado reciente ha considerado a la guerra de Malvinas solamente como un hecho político clave en el declive del último gobierno militar y la transición hacia la democracia. Estas explicaciones reducen la recuperación de las islas Malvinas a un mero acto de búsqueda de legitimación de la dictadura. Por otro lado, la historiografía militar explica el hecho como una gesta patriótica inscripta en un relato nacional que continúa la serie de luchas emancipadoras, en la que el contexto inmediato de la dictadura carece de relevancia. Ambas son narrativas reduccionistas, simplificaciones (Guber, 2021).

El campo de estudios del pasado reciente se enfrenta a la tensión entre el acontecimiento histórico complejo y multidimensional y su cristalización en lo que Julio Cardoso (2013) ha llamado el punto de vista del loco y el modelo de las víctimas la idea repetida hasta el cansancio de que “el país fue arrastrado por la locura de un general borracho a una guerra absurda y criminal con el solo fin de perpetuarse en el poder”. Desde esta perspectiva, no son relevantes los intereses concretos de los actores internacionales ni las estrategias que despliegan, desde los orígenes de la Argentina, por el control del Atlántico Sur y sus recursos ni tampoco las acciones llevadas a cabo por los argentinos para defender los derechos nacionales. La figura privilegiada aquí es la del inocente inmolado por el dictador, los “chicos de la guerra”, una generación de “antihéroes” empujada al matadero o al suicidio, degradada, aislada y resentida, víctimas a quienes no les queda más relatar, una y otra vez, sus padecimientos personales (Cardoso, 2013, p. 199). La victimización de los combatientes en la guerra de Malvinas, sostiene Rosana Guber, los despoja de protagonismo y los deja en la minoría de edad (2001, p. 166). Como señala Federico Lorenz

La reducción de la guerra de Malvinas a una aventura de la dictadura es un ejemplo de esta tendencia: obtura la reflexión acerca de las matrices culturales y políticas del apoyo a la guerra, así como de las actitudes sociales de desentendimiento de la responsabilidad sobre ella que se dieron después, actitud que a la vez reprodujeron muchos intelectuales.

Deja vacante un campo importante de discusión: aquel que constituye la reflexión sobre la guerra en sí, sobre las experiencias en torno a ellas, sobre los sistemas de creencias y valores en los que ésta se apoya y es reinterpretada. Ante el temor de un resurgimiento golpista, o una apología de la dictadura, la respuesta fue la condena automática hacia determinados objetos y preguntas de investigación (2007, pp.13-14).

La guerra es una experiencia límite que deja hondas huellas en la vida de los pueblos cuyos hijos participan de una acción colectiva en la que se disponen a dar la vida y, de hecho, algunos no regresan. Tampoco es fácil el procesamiento de la experiencia para los sobrevivientes. La guerra de Malvinas es un acontecimiento extremo, complejo, paradojal. El 2 de abril de 1982 se produce la recuperación de las islas Malvinas, territorio sobre el cual la Argentina reclama el ejercicio pleno de su soberanía, desde sus orígenes, un acto de reivindicación de soberanía nacional sobre un territorio usurpado por una potencia extranjera llevado adelante por un gobierno ilegítimo, de facto, genocida, que reprime el ejercicio de la soberanía popular. Una dictadura sumisa al poder mundial encara la recuperación territorial que constituye un acto de insubordinación nacional, una experiencia de convergencia e integración (de clases sociales, procedencias geográficas, tradiciones políticas) frente al adversario histórico de la Argentina por una reivindicación legítima.

Estudio de comportamientos y actitudes sociales, producción de consenso en dictadura

En lo que va de este siglo, varios investigadores han destacado la relevancia del análisis de comportamientos y actitudes sociales para el estudio de las relaciones entre la última dictadura cívico-mililtar y la sociedad argentina (Luciani, 2009, Lvovich, 2009, Basualdo, 2011, Águila, 2015). Comportamientos y actitudes sociales, en general, inasibles, son puestos en escenas en situaciones cruciales como las que nos ocupan. Las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo constituyen singulares eventos en que se exhiben y expresan públicamente.

Representaciones, memorias y estudios del vínculo entre la última dictadura y la sociedad argentina oscilan entre la sociedad víctima, la sociedad cómplice -centrada en el consenso social2 y la sociedad resistente. La movilización a la Plaza de Mayo convocada por la CGT el 30 de marzo de 1982 es, generalmente, evocada como caso paradigmático de la sociedad resistente. La cuestión se complica cuando tres días después, muchos de los que habían marchado el 30, habían sido duramente reprimidos, vuelven a salir de la calle, esta vez para respaldar la recuperación de las islas Malvinas. Las movilizaciones del 2 y el 10 de abril son presentadas como manifestaciones de la sociedad víctima o cómplice3 (Suriano, 2015, pp. 15 -16), incluso cuando, en muchos casos, son las mismas personas las que participan en una y otras (de hecho un canto de los manifestantes del 2 de abril dice: “y ya lo ve, y ya lo ve, vinimos el 30 y hoy también”). En general, no se detienen en el análisis de los comportamientos y actitudes sociales allí expresados y lo resuelven en interpretaciones fundadas en la idea de manipulación de la sociedad por parte de la dictadura y/o la complicidad generalizada de la sociedad con el régimen. Estas interpretaciones totalizantes, esquemáticas, constituyen reduccionismos que achatan la heterogeneidad, los matices y obturan la comprensión de la complejidad. En este trabajo nos proponemos dar cuenta de las adhesiones, tensiones y disidencias que allí se expresan. Los sujetos que participan activamente de estas movilizaciones no se ajustan a las representaciones esquemáticas de la sociedad víctima, cómplice o resistente, las desbordan y son expresión manifiesta de una sociedad agente, protagonista del momento histórico.

Lila Passerini (1987) plantea que si el problema es mostrar, describir concretamente las prácticas sociales, y no vía modelos abstractos, es preciso volver y hacer foco en aquellos fenómenos pasados por alto hasta ahora (1987, pp. 144-145). En consonancia con el planteo de Passerini, en lugar de especular de forma abstracta, estudiamos manifestaciones reales y concretas. Este tipo de movilizaciones masivas, en general, es abordado desde una perspectiva monumental, macro, en plano general largo, como megaespectáculos estatales. Nuestro diseño de investigación opera en sentido inverso, pasamos de la deducción a la inducción. Aportamos la descripción desde una perspectiva micro, el primer plano, el plano detalle, que permite bucear en la profundidad de estos eventos de comunicación política, sin perder de vista las panorámicas. Por eso el foco está puesto en el análisis pormenorizado de las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo, de las múltiples expresiones de sus participantes en tanto sujetos socialmente situados, para dar cuenta de un tipo de vínculo entre sí y con los gobernantes. El centro de interés se halla en el mundo de significados dentro del cual actúan e interactúan, y por tanto, se comunican los sujetos.

Los apoyos sociales y los modos de legitimación de la recuperación de Malvinas son una zona oscura y difusa no suficientemente explorada. La cuestión introduce algunos problemas teórico-metodológicos. La dificultad para emplear la noción de consenso, que supone la relación existente entre gobernantes y gobernados en regímenes en los que está vigente la libertad de expresión de la voluntad individual y colectiva, a otros caracterizados por la preeminencia del aparato represivo, el monopolio político y la censura (Lvovich, 2009, p. 295). Cándida Calvo Vicente, en su estudio del franquismo, sostiene que el consenso debe ser entendido como los modos individuales en que las personas aceptan y obedecen las normas permitiendo la estabilidad de un régimen (1995, pp. 141-142). Los comportamientos y actitudes sociales en el contexto dictatorial son dinámicos y variados, van desde el consenso activo, la conformidad o el consentimiento pasivo, a la apatía, la disidencia y/o la oposición abierta. Todas ellas pueden estar combinadas, yuxtapuestas, coexistir conflictiva, ambigua y/o paradojalmente. Como explica Laura Luciani, no se trata de

concebir el consenso en una lógica unidireccional, como un modo de manipulación ideológica de arriba hacia abajo. Por el contrario, la definición de consenso implica pensar los modos en que se trama la relación de la sociedad con ese régimen. Relación que es, insistimos, coyuntural, contextual e intersubjetiva. En ese sentido, debe entenderse que las motivaciones personales de los ciudadanos -que en momentos específicos coincidían con los objetivos del régimen- no pueden ser minimizadas ni estereotipadas como una acción absoluta y ahistórica, deben ser entendidas en la trama contextual en que se presentan permitiendo complejizar las acciones humanas (2009, p. 21).

A diferencia de otros regímenes totalitarios (como el nazismo o el fascismo), la dictadura argentina no se propone la movilización de masas, sino, más bien, lo contrario, obtura todas las formas de participación política y promueve, el individualismo, el aislamiento y la despolitización. Opera incluso sobre el diseño de la Plaza de Mayo para neutralizarla como espacio de movilización popular. A partir del 24 de marzo de 1976, la Junta militar impone el estado de sitio y busca hacer de la Plaza de Mayo un lugar de paseo (así comienzan las rondas de las Madres de los argentinos desaparecidos, porque la policía las instaba a circular). Para ello se jerarquizan la fuente y los monumentos, se amplían los espacios verdes y se instalan bancos y papeleros. El gobierno de facto se ha propuesto inhabilitarla como lugar de reunión y participación política.

Los sectores militares que encabezan el golpe de estado contra el gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón, el 24 de marzo de 1976, habían sido formados desde hacía una década por Estados Unidos, junto a miembros de fuerzas armadas de todo el continente, en la Doctrina de la Seguridad Nacional (centrada en la guerra contra el enemigo interno). La Junta Militar en el poder encara el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Como destaca Hugo Vezzetti, “anunciaba desde la desmesura de esa denominación que no le bastaba intervenir sobre el Estado y las instituciones sino que la Nación misma debía ser objeto de una profunda reconstrucción” (2002, p. 55). El gobierno de facto se propone destruir las bases del desorden, liquidar la “Argentina maldita”, las identidades políticas y las organizaciones a ella asociadas. Juan Corradi sostiene que la dictadura militar no buscaba simplemente controlar a los actores sociales sino construir nuevos sujetos políticos que coincidieran con los objetivos que la propia Junta había establecido (1996, p. 89).

Las movilizaciones masivas y la configuración cultural argentina

En este estudio seguimos los pasos de Roberto Da Matta (1979) y Guillermo O´Donnell (1984) para la exploración de la relación entre las movilizaciones masivas y la configuración cultural argentina (Grimson, 2011). Da Matta ha reflexionado sobre una frase que constituye una llave4 distintiva de la “caja negra” de la configuración cultural brasileña: “Voce sabe con quem está falando?” (“¿Sabe usted con quién está hablando? "). La tesis de Da Matta es que junto a los ritos integradores en Brasil, como son el carnaval, la Semana Patriótica y las procesiones religiosas católicas, existen otros más bien ocultos como el que se expresa en esta frase que muestra una separación radical y autoritaria de dos posiciones sociales real o teóricamente diferenciadas y el mandato de que “cada cual debe conocer su lugar”, “ubicarse”. Guillermo O´Donnell (1984) señala que, a diferencia de Brasil, en la Argentina es muy probable que, frente a esa pregunta, se responda: “¿Y a mí qué carajo me importa?” o “¿Y a mí qué mierda me importa?”. El “¿a mí qué mierda me importa?” también opera como un ritual de refuerzo de la jerarquía que se impugna. El que esto dice está en una posición inferior en la jerarquía, no la niega, la ratifica, mandándola a la mierda (O´Donnell, 1984, p. 3). En el mismo acto también queda cuestionada su vigencia en esa situación, ridiculizada, ensuciada. “¿Qué puede ser más insultante que enmierdar una jerarquía tan solemnemente invocada?” (O´Donnell, 1984, p. 3).

Nuestro estudio de las movilizaciones masivas por la recuperación de las islas Malvinas nos permite continuar la línea de la discusión en torno a estos interrogantes que funcionan como llaves de las configuraciones culturales brasileña y argentina5. Como señala O´Donell a principios de los 80, la Argentina no tiene carnaval6, tiene desfiles militares y ceremonias del poder estatal que escenifican lo desigual y lo jerárquico (la contrafigura del carnaval). Sí tiene, en cambio, “grandes manifestaciones políticas que con sus consignas, cantos y bombos son parte –popular y plebeya- del país que se junta para hacer colectivamente lo que cada uno en ese Povão7 hace cada día” (1984, p. 28).

En mi tesis doctoral, estudié la irreverencia y la desfachatez de los trabajadores argentinos cuando, el 17 de octubre de 19458, se enteran de que el Coronel Juan Domingo Perón está preso y masivamente salen a las calles a exigir su liberación. Los trabajadores le dicen “¿a mí que mierda me importa?” a lo dispuesto por el gobierno militar del momento e incluso a las directivas de la Confederación General del Trabajo. Esa rebeldía les permite superar los obstáculos, cruzar a nado el Riachuelo, refrescar los pies en la fuente de la Plaza de Mayo y pedirle a Perón libre que se case con Evita9. Esta obstinación, la ruptura de la “deferencia”10, el carácter insurrecto de los sujetos que dialogan con los líderes durante el primer peronismo, hacen posible y fundamentan el proyecto de desarrollo nacional autónomo conducido por Perón. Por eso, el golpe de 1955, primero y después, como señala, O´Donnell la dictadura cívico-militar argentina a partir del golpe de 1976 vino a combatir, a hacer desaparecer, todo lo que estaba fuera de lugar en tanto rebelde e insolente. Por eso el autoritarismo fue más violento, abarcador y represivo que en Brasil. Había que doblegar el espíritu irreverente del “¿a mí que mierda me importa?”:

había, para ellos, que cortar de cuajo a la verdadera causa de la “subversión”, que no estaba en el aparato estatal ni en la sociedad política, ni siquiera en las cúpulas de ese corporativismo sin tutela, sino en los rincones de la sociedad, en su capacidad – antagónica, altanera y plebeya- de retrucar todo el tiempo sin dejar de jugar un juego en el cual, si ninguno arruga, se acaban dando vuelta las cartas y gana el que tiene el as de espadas. (1984, p. 27).

Nada podía proponerse seriamente, ni las cruentas victorias valdrían, si no se lograba destruir las bases de tal “desorden”. Había que liquidar la “Argentina maldita”, destruyendo para siempre las identidades políticas del sector popular, sus sindicatos, sus servicios sociales, sus insolencias en los mano a mano con sus “superiores” y hasta buena parte de las fábricas en las que esa plaga tenía su eje. (1984, p. 44)

Paradójicamente, en este marco, la Junta Militar encara la recuperación de Malvinas que actualiza la causa de la defensa de la soberanía que atraviesa la historia nacional desde los orígenes de la Argentina y la ruptura de la deferencia con Gran Bretaña y las grandes potencias (Vassallo, 2020, pp. 133-135).

Los discursos de Galtieri y los pronunciamientos de los manifestantes

La recuperación de las islas Malvinas es un acontecimiento sorpresivo que hace posible, después de varios años, la recuperación de la calle y la plaza como espacios de participación política. Vuelve audibles las voces de la multitud y visible su presencia. Como explica Rosana Guber: “la recuperación de Malvinas era coexistente y consistente con la recuperación de la calle, el territorio político por excelencia en la Argentina. Pero esta vez la recuperación no se esgrimía en clave de lucha sino de comunidad” (2001, pp. 47-48). Frente a lo imprevisto, la reacción inmediata de miles de argentinos es salir a la calle y marchar hacia la Plaza de Mayo. La bandera nacional orienta el paso de la procesión e invita a otros a sumarse. Se reconocen por ella y en torno a ella se reúnen. Se desplazan gritando y cantando (“¡Argentina! ¡Argentina!”) y estos gritos y cantos constituyen señales sonoras que sirven de referencia espacial que invita a otros a sumarse, adonde está el sonido allí hay que dirigirse.

El primer componente de este ritual político es el espacio público (la plaza, la calle), este es el escenario donde se despliega el “drama social” (Turner) y tienen lugar los encuentros, se manifiestan y representan las victorias, las luchas, las preocupaciones, las broncas, los dolores y se conmemoran las fechas relevantes. La Plaza de Mayo está circundada por los edificios que albergan a las máximas autoridades del Estado, el culto y la autoridad de la Iglesia Católica, la historia de la ciudad y de la constitución de la Argentina. En torno a la Plaza de Mayo también está la casa central del Banco Nación y, a pocos metros, el Ministerio de Economía, es decir, también la circundan edificios del poder económico nacional. Como en todas las plazas de las grandes capitales de América Latina, convergen aquí “Dios y el Estado”, lo que constituye el “marco privilegiado para el encuentro entre la multitud y el individuo” (Da Matta, 1985, pp. 37-38). La plaza es la metáfora de la cosmología de la ciudad, dice Da Matta (1997). Es el escenario de tres formas básicas de la comunicación verbal: el canto, el habla y el rezo. Como en el carnaval, la forma de comunicación verbal elegida por el público de las interacciones masivas es el canto (y su asociado el grito).

Retomamos las reflexiones de Roberto Da Matta (1997) y Oscar Traversa (2013) sobre los modos de producción de sentido en el espacio urbano. La calle (espacio público caracterizado por el movimiento, la acción, la imprevisibilidad, la falta de control) se opone a la casa (el espacio doméstico para el descanso y renovación del cuerpo, privado, previsible, íntimo, controlado). Entre el espacio de la calle y la casa, se ubica el del trabajo. Las interacciones de los grupos sociales en el espacio público generan significados que pueden promover cambios políticos y sociales. La plaza constituye un espacio público de acceso libre, compartido por los participantes de las interacciones masivas, que se ubican en zonas claramente diferenciadas: los gobernantes arriba, en el balcón de la Casa Rosada11, los manifestantes abajo, en la plaza. El balcón es un espacio ambiguo entre la casa y la plaza, conecta el adentro y el afuera, es un espacio de transición, al que sólo se accede desde adentro y al que no puede acceder cualquiera. Entendemos que el balcón, a partir del 17 de octubre de 1945, funciona como un puente que habilita y promueve el contacto entre los gobernantes y los manifestantes. Por y a través del balcón, se produce un espacio compartido, los interlocutores se miran, se ven, se hablan (Vassallo, 2019).

La Plaza de Mayo es lo que Pierre Nora define como un “lugar de la memoria”, esto es un lugar en el que se cristaliza y se refugia la memoria colectiva, una “unidad significativa, de orden material o ideal, de la cual la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio memorial” de la comunidad (1992, p. 20), el centro activo del orden social (Geertz, 1984, p. 148). La Plaza de Mayo a la que se asoma Galtieri alberga la memoria de la Reconquista de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, la Revolución de Mayo de 1810 (especialmente, el Cabildo Abierto), episodios de las luchas por la independencia y de la conformación del estado nacional, las movilizaciones peronistas a partir del 17 de octubre de 1945, las bombas y los muertos de junio de 1955, la puesta en escena de la ruptura de Montoneros con Perón el 1° de mayo de 1974, con notable permanencia en el imaginario colectivo.

En las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo por la recuperación de las islas Malvinas, como en las del primer peronismo, se superponen las dos representaciones opuestas del pueblo que analiza Elvira Narvaja de Arnoux (2006) en la historia de Mitre: “el pueblo de la plaza pública”, urbano y porteño y “las masas campesinas” sin ley o, más precisamente, las montoneras federales. Narvaja de Arnoux (2006) estudia la constitución del objeto pueblo en la historia de Mitre, su importancia en el proceso de organización nacional y los modos en que contribuye a legitimar determinadas formas de participación popular y a excluir otras.

La multitud en la plaza es muy importante como factor legitimador para un gobierno de facto (el pueblo como base del poder político, y no sólo las armas, el pueblo como masa susceptible de ser movilizada e integrar las fuerzas militares nacionales). Sin embargo, en los casos que nos ocupan, los manifestantes se congregan para apoyar la recuperación territorial, no al gobierno. Son multitudes rebeldes y obstinadas que Galtieri ni siquiera se propone encuadrar o disciplinar. El presidente expresa frente a ella sentimientos ambiguos. Por un lado, se muestra halagado por esa presencia masiva, favorable a una acción decidida por el gobierno que él preside y tentado de atribuirse el liderazgo sobre esa multitud; pero, por otro, no puede ocultar el temor y la inquietud que le genera esa presencia activa e insubordinada.

Así es que Galtieri se enfrenta a una situación difícil y contradictoria. Por un lado, es cabeza de una dictadura, que encara la recuperación de las islas Malvinas, considerada legítima por la mayoría de los argentinos; pero esa acción de restauración de la soberanía territorial conlleva también la recuperación de la calle y de la plaza como espacios de expresión de la soberanía popular (hasta ese momento sofocada por las fuerzas represivas). Y eso ya no tendrá vuelta atrás. El 2 de abril, ese espacio de paseo domesticado y previsible, vuelve a ser el escenario de desbordes y estridencias, imprevistas y fuera del guión. Se produce una intervención masiva disruptiva del orden urbano establecido. La Plaza de Mayo es el escenario en el que se expresan multitudes ruidosas, celebratorias e intrépidas, primero; luctuosas y beligerantes contra el gobierno, después, tras la firma del cese del fuego el 14 de junio. Como lo advierte la historia argentina de Mitre, si bien la acción de la masa es necesaria para llevar a cabo el proceso emancipador, resulta peligrosa por su propia dinámica que la puede llevar a profundizar ese mismo proceso, consciente de su propio potencial liberador (Narvaja de Arnoux, 2006).

Durante el conflicto bélico del Atlántico Sur, Galtieri pronuncia dos tipos de discursos. En general, se trata de mensajes planificados, previamente discutidos y corregidos, escritos, leídos y grabados; pero también hay otros espontáneos, improvisados para atender a requerimientos específicos. Sobre estos últimos nos vamos a detener aquí. El General de Brigada, Héctor Iglesias, secretario de la Presidencia se refiere así a su participación en la producción de los primeros y los diferencia de los segundos:

Los discursos de tipo mensaje leídos por el señor Presidente –creo que todos- ante las cámaras de televisión, mensaje de tipo pascual, mensaje con motivo de la celebración del día de las Américas; esa es una responsabilidad de la Secretaría General, sobre las bases, las pautas que fija el titular, elaborarle los borradores de los discursos o de los mensajes, mensajes que son sometidos con la suficiente antelación a la consideración del señor Presidente, quien los lee, los cambia, ordena todas las modificaciones que crea pertinentes, se les da la forma final y se pronuncian.

El otro tipo de alocuciones a las que se hace referencia, esas han sido expresiones surgidas de la circunstancia de ese contacto que se establece entre quien habla y la situación, el contexto que lo rodea. (Informe Rattenbach, 2012, tomo 2, folio 312).

Nos ocupamos aquí de estos discursos de Galtieri que, como insinúa Iglesias, son producto de la interacción con las multitudes en momentos cruciales de la vida nacional. Como cualquier interacción social, la interacción verbal tiene sus reglas, su código de etiqueta que regula la imagen adecuada de sí de cada interlocutor, el respeto a los demás participantes y una consideración satisfactoria del encuadre. El análisis de situaciones de transgresión de las normas, de inquietud, permite dar cuenta de características genéricas de la interacción hablada. Los fallos del discurso oral: el habla entrecortada, el tartamudeo, el lapsus, las frases no terminadas, las construcciones incoherentes o imperfectas, las repeticiones, reformulaciones, rectificaciones diversas son también significativos (Vassallo, 2019, p. 61-62).

Los géneros del discurso militar (el comunicado, la arenga), en el marco de las relaciones jerárquicas de la institución, constituyen matrices de producción de tipos de discursos que no se discuten ni se responden, se obedecen, confirman y corroboran. Galtieri ha aprendido hablarle a la tropa y eso es lo que sabe hacer. Por eso la asamblea de la Plaza de Mayo que se despliega a partir de la recuperación de las islas Malvinas12 (una interacción masiva a “viva voz” que supone contacto, co-presencia, y contigüidad física de los participantes), pone al presidente en un lugar incómodo, al que no está habituado, en el que no sabe cómo proceder. Se suceden situaciones anómalas.

El viernes 2 de abril, con la plaza colmada de gente, Galtieri sale por la puerta de la Casa Rosada a saludar a los manifestantes, en lugar de hacerlo desde el balcón, cuya ubicación elevada le permite ser visto por todos y ver a todos. Se producen desplazamientos y apretones, desorden y desprolijidades en el protocolo y un momento de tensión para la seguridad presidencial. Los presentes le indican, gritando al unísono: “al balcón, al balcón, al balcón”. Vuelve a ingresar al edificio y se asoma al balcón, lo rodean otros uniformados. Se ha invertido la relación, los manifestantes le ordenan qué debe hacer.

Desde el balcón de la Casa Rosada saluda con un brazo en alto, con los dos brazos en alto, con un pulgar en alto, con los dos pulgares en alto. La multitud grita: “Argentina, Argentina, Argentina”, luego un sector comienza “Galtieri, Galtieri, Galtieri”, “Galtieri corazón”, que es rápidamente sofocado por el extendido “el que no salta es un inglés” (mientras la masa compacta de cuerpos reunidos salta al unísono), seguido por “el pueblo unido/ jamás será vencido” (con fuerza creciente), “tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero/ hoy le toca a los ingleses y mañana a los chilenos” y “ay, ay, ay, ay, qué risa que me da, si quieren las Malvinas que las vengan a buscar”. Este breve repertorio de cantos al inicio de la interacción exhibe la heterogeneidad y diversidad de los manifestantes y de las tradiciones que evocan en sus expresiones. Se unen en la reivindicación de la Argentina, discrepan en la ovación a Galtieri y saltan para reafirmar la identidad compartida por oposición a la del adversario británico. La fórmula “el que no salta es un inglés”, pone a los manifestantes en movimiento, hace saltar al conjunto y ese salto festivo y celebratorio es reafirmación de un colectivo, un ser en común. La consigna “el pueblo unido/ jamás será vencido” (de las más reiteradas en las plazas de Malvinas) tiene su origen en Chile (los militantes de la Unidad Popular, coalición de izquierda liderada por Salvador Allende, habrían tomado una frase del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán, la hicieron consigna y luego fue internacionalmente conocida a través de la canción titulada así, grabada en vivo por primera vez en 1973, popularizada por los conjuntos musicales chilenos Quilapayún e Inti Illimani) e integra el repertorio tradicional de la izquierda latinoamericana (Wong Maestre, 2009). Esta lograda fórmula, que vincula causalmente la victoria a la unidad del pueblo, breve, con ritmo y rima, se actualiza en la Plaza de Mayo a partir del 2 de abril de 1982. La victoria implica aquí la recuperación de la soberanía territorial y de la soberanía popular. A pesar de estar claramente identificada con la tradición política de izquierda, minoritaria en la Argentina, es asumida por la multitud que se la apropia y la resignifica. Al mismo tiempo que los manifestantes hacen suyo el canto chileno, producen otro en el que anuncian que, tras la recuperación de los territorios usurpados por los británicos, procederán a hacer lo propio con los cedidos al país vecino (está muy viva la memoria del conflicto con Chile por el Canal de Beagle, 1978). Los dos últimos son cantos festivos, desafiantes, carnavalescos (lo mismo, “el que no salta es un inglés”). Prometen hacer valer los derechos nacionales, retan a los adversarios; pero no lo hacen con formas rígidas y solemnes acordes al tenor de los pronunciamientos; sino que se expresan con las características de los que Mijail Bajtín llama géneros cómico-serios que no suponen ningún tipo de distanciamiento épico o trágico y están dotados de “una deliberada heterogeneidad de estilos y de voces” (Bajtín, 1979, pp. 152-153). Otros cantos de las jornadas de abril exhiben estos rasgos: “palo, palo, palo bonito palo e´,/ eee, ¡que se cuide Pinochet” , “si los ingleses vienen con la flota, los argentinos los haremos pelota13”, “ya saben todos que las Malvinas están de moda y que la reina, llora, llora, llora”, “no cabe duda, no cabe duda, la reina inglesa es la más cornuda”, “vamos, vamos, Argentina,/ vamos, vamos, a ganar,/ que esta barra, quilombera14,/ no te deja, no te deja de alentar” (convertido en un clásico de las hinchadas del futbol argentino desde el mundial de 1978). La burla a los adversarios (fundamentalmente a la realeza británica), la actitud desafiante frente a ellos, el uso de términos del lunfardo, al ritmo de canciones de moda y el golpe acompasado de los bombos reafirman el carácter carnavalesco, festivo y popular de estos cantos.

El público expresa enérgicamente su voluntad y su sentir. Reclama al presidente: “que hable, que hable, que hable”, en varias oportunidades. Galtieri continúa saludando y el público insiste en pedirle que hable. Aparecen un par de micrófonos, todo indica que va a hablar; pero el presidente se retira. Hay incertidumbre. Desde el balcón de la casa Rosada, Galtieri no sabe cómo proceder. Más tarde vuelve a salir y esta vez sí se dirige brevemente a los manifestantes. Improvisa un discurso (Galtieri en el Informe Rattenbach, 2012, tomo 4, folio 697) que dura poco más de cinco minutos.

De entrada, lo escuchan con atención y en silencio. Comienza refiriéndose al apoyo nacional a la recuperación de las islas Malvinas expresado en todo el territorio nacional y en la Plaza de Mayo. Hay aplausos y vítores. Al unísono los manifestantes claman “Argentina, Argentina”. Una voz individual desde la plaza grita “viva la Patria”, grito que es respondido con “viva” por los demás. Se escuchan voces dispersas y se multiplican los vítores. Se refiere al “hidalgo pueblo argentino” que “tiende sus manos al adversario pero no admite discusión sobre sus derechos que pacientemente y prudentemente hemos tratado de reidinvicar (dice “reidinvicar” en lugar de “reivindicar”) por las vías diplomáticas”, mientras eso dice, una voz infantil, en cuatro oportunidades, grita: “¡Ar-gen-ti-na!”. Este no es un detalle menor, sino que exhibe el clima festivo, carnavalesco y asambleario que se vive, de relajamiento de las normas represivas y del miedo. Ha caducado el silencio impuesto por la dictadura. Y también es un acto transgresor de las pautas habituales de crianza de la época: “cuando los mayores hablan, los niños se callan”. Acá se acrecienta la transgresión porque el adulto que está hablando es el presidente de facto. El reiterado grito infantil constituye una superposición a la palabra presidencial, sin efecto interruptivo. Galtieri no responde a ese niño ni retoma sus intervenciones. Se mantiene rígido y, en este marco, produce un furcio. Sí, poco después incluye a la niñez en su enumeración de los grupos presentes en la plaza: “estoy seguro que cada uno de ustedes, hombres, mujeres, la gran juventud argentina y la niñez”. Ha notado su presencia y da cuenta de ello. La “gran juventud argentina” es el grupo destacado y subrayado en esa enumeración (lo mismo, en el discurso del 10 de abril), designa así a los jóvenes que participan activamente en la plaza, los presentes y, también, elípticamente, a los ausentes que integran el grupo y están en las islas Malvinas y el Atlántico sur haciendo efectiva la acción de recuperación territorial que todos celebran. El presidente no explora la isotopía del valor, del enfrentamiento a un enemigo histórico y de la entrega incluso de la vida a una causa justa sino que se detiene en los siguientes atributos del pueblo argentino: hidalguía, dignidad, orgullo, satisfacción, alegría. En el discurso presidencial la figura del “hidalgo pueblo argentino” que “tiende sus manos al adversario” coexiste en tensión con los "150 años de despojo”, “de lamentable claudicación".

Galtieri se configura a sí mismo y a la Junta completa como intérpretes del sentir popular. Se escuchan gritos dispersos, que le impiden continuar. Levanta la mano para preservar su manejo del turno en el uso de la palabra. Una voz individual clara y potente le grita desde la plaza: “el Canal de Beagle ahora”, aprovecha el impulso de la recuperación de Malvinas y pide, reclama ir por más. Frente a esa multitud desbocada, Galtieri afirma:

que la comunidad internacional y nuestros adversarios circunstanciales de hoy comprendan cuál es la voluntad argentina. Aceptaremos el diálogo después de esta acción de fuerza. Pero en el convencimiento que la dignidad y el orgullo nacional han de ser mantenidos a toda costa y a cualquier precio.

El público reafirma este desafío a los adversarios gritando al unísono con fuerza creciente: “lo´ vamo´ a reventar, lo´ vamo´ a reventar”. La presencia en la plaza obliga, obliga a todos los participantes (al público, a Galtieri y a los funcionarios que lo acompañan en el balcón de la Casa Rosada). Obliga a Galtieri a salir al balcón, a hablar, a pronunciarse con firmeza. Expresa el compromiso de los manifestantes y los compromete aún más. Obligan los pronunciamientos producidos en esa interacción masiva, que definen una direccionalidad. En ese marco, Galtieri se muestra tenso (también su entorno), se traba en el uso de la palabra. Concluye con un castrense “gracias señores”. Todo es difundido por el noticiero “60 minutos”15 de ATC, el canal oficial de televisión (que centraliza toda la información audiovisual, difunde todos los comunicados oficiales y es el único canal que cuenta con un corresponsal propio en las islas Malvinas, Nicolás Kasanszew).

En los registros analizados no aparece en esta interacción ninguna descalificación a Galtieri ni a la Junta y sólo se ven cinco pancartas, agrupadas adelante en la plaza, en una zona cercana al balcón, todas hechas con tela blanca, con las mismas letras negras dibujadas a mano. Una de ellas dice: “viva la Marina” y otra: “¡Gracias gloriosa Armada Nacional! Reservistas Navales”16 y algunas voces vitorean a Galtieri. Es muy significativa la presencia de esos carteles de la Marina asociado al discurso de la relatora oficial que termina la crónica del día diciendo: “¡Gracias, gloriosa Armada Nacional!”.

El sábado 10 de abril por la mañana, la Plaza de Mayo vuelve a colmarse, superando ampliamente la concurrencia del 2 de abril (esta vez desborda la plaza y las calles aledañas). En esta ocasión, se multiplican las banderas, carteles, pancartas, instrumentos (bombos, silbatos, trompetas) portados por los manifestantes. Junto a las miles de banderas argentinas, flamean las de las colectividades: Japón, Italia, Ucrania, Uruguay, Colombia, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Ecuador. Los presentes gritan al unísono “Argentina, Argentina”, se reconocen miembros de una comunidad, “se siente, se siente, el pueblo está presente”, “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”. Varios de los protagonistas de la jornada coinciden en señalar la alegría generalizada, la sensación de “desahogo”, producida al “poder sacar lo que tenías adentro”. Cantan el himno nacional con fervor y emoción. Este canto colectivo del himno es un momento crucial en que se expresa unidad y fuerza (Vassallo y Natalizio, 2021). Algunos están allí desde la noche anterior. Manifiestan impaciencia, reclaman la presencia y la palabra del presidente. Mientras, en la Casa Rosada, Galtieri se reúne con Alexander Haig, jefe de la diplomacia estadounidense, enviado a Buenos Aires con el fin de realizar gestiones tendientes a acercar a las partes contendientes. Finalizada la reunión, el presidente sale al balcón, del que cuelgan tres grandes banderas argentinas y habla a los presentes (aunque otro miembro de la Junta Militar, el Brigadier Basilio Lami Dozo, según su propio testimonio, se ha manifestado en contra y se niega a acompañarlo en este acto, a pesar de la insistencia del presidente para que aparezca con él, también el ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez declara haberse manifestado en contra de este acto y tampoco participa, Informe Rattenbach, 2012, tomo 4, folio 826 y 667). El acto se transmite por cadena nacional. Galtieri improvisa un discurso que será muy discutido después por otros funcionarios del gobierno (así lo afirma el Coronel Bernardo Menéndez, Subsecretario del Interior, Informe Rattenbach, 2012, tomo 3, folio 616).

Comienza nombrando a la multitud congregada: “pueblo argentino”, lo que es respondido con “Perón, Perón, Perón”, desde la plaza. Tres veces tiene que decir “pueblo argentino” para poder recuperar su turno en el uso de la palabra. De entrada queda planteada así como una interacción difícil. La palabra presidencial es cuestionada y desafiada desde el principio. Esta respuesta del público al saludo del presidente constituye un acto suplidor que rechaza la pretensión de Galtieri de ubicarse como líder, como conductor del público presente, como interlocutor legítimo del “pueblo argentino”. Están ahí para respaldar la recuperación de las islas Malvinas; pero no para legitimarlo a él ni al gobierno que encabeza. Para muchos de los manifestantes, el balcón desde donde habla Galtieri es y será siempre el balcón de Perón, inaugurado por él como espacio que habilita el contacto directo entre los gobernantes y el pueblo. En distintos momentos del acto cantan varias versiones de: “Galtieri, Galtieri, prestá mucha atención/ las Malvinas argentinas/ y la casa es de Perón”, “las Malvinas argentinas/ y la plaza es de Perón”, “las Malvinas argentinas/ pero el pueblo de Perón” (el canillita, que se atribuye la autoría de esta última versión, dirá a un cronista de la revista Línea: “si somos capaces de echar a los ingleses, también seremos capaces de pelear por nuestros derechos en lo interno”, asocia la recuperación de la soberanía territorial a la recuperación de la soberanía política). También se escuchan durante la jornada otros tradicionales cantos peronistas como: “yo te daré/ te daré una cosa/ te daré Patria hermosa/ una cosa que empieza con P/ ¡Perón!”, “se siente, se siente/ Perón está presente”, “Perón, Evita, la patria peronista” y también la Marcha Peronista (en varios momentos, durante la transmisión oficial, se silencia el audio de la plaza para evitar difundirla por los medios del estado). También hay pancartas con signos y consignas peronistas: “primero la Patria, después el movimiento, por último, los hombres”. La fórmula “CGT presente, soberanía o muerte” expresa la voluntad de la central obrera peronista de apoyar la recuperación de las islas Malvinas hasta las últimas consecuencias. Se produce a partir de la reformulación de “Patria o muerte”, asociada generalmente a la revolución cubana por el “Patria o muerte, venceremos” de Fidel Castro, que retoma la fórmula cuyo origen se remonta a las luchas por la independencia de pueblos americanos.

Galtieri continúa con la evocación de la memoria de una escena fundante de la nación, el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 (en la que vecinos de la ciudad de Buenos Aires, “el pueblo de la plaza pública”, reclaman la renuncia del virrey y la instauración de un gobierno patrio): “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Como explica Elvira Narvaja de Arnoux,

El pueblo de la plaza pública es una de las representaciones sociales que integran esa parte privilegiada del archivo, cercana y distante que rodea nuestro presente. Vinculada claramente con el desarrollo del estado nacional argentino, cristalizó en láminas escolares y en fotografías de prensa sirvió para legitimar la acción política y fue la forma de participación aceptada que el recorte urbano encuadraba y limitaba. En la etapa actual –y, sobre todo, en momentos de gran conmoción- se presenta como una forma de recuperar la memoria de gestas pasadas y apoyarse simbólicamente en ellas, aunque los modos materiales de inscripción hayan variado. (2006, p. 65).

El cabildo abierto constituye una forma de participación popular en la toma de decisiones públicas frente a cuestiones de gravedad, realizada en el centro de reuniones de la ciudad. Acá se trata, por un lado, de dar cuenta de las negociaciones con el enviado estadounidense que acaba de retirarse de la Casa Rosada, de la situación en el Atlántico Sur y de las decisiones del gobierno y, por el otro, de mostrarle a Haig y al mundo la voluntad de los argentinos. Con la evocación del cabildo abierto, Galtieri reconoce a los manifestantes como interlocutores legítimos. Frente a la multitud intransigente, el presidente produce una negación polifónica, polémica (niega lo que otros afirman), se anticipa, responde a posibles acusaciones y asegura: “la dignidad y el honor de la nación argentina (…) no es negociado por nadie”. El público recibe enfervorizado esa afirmación. “¡Bien!” gritan los manifestantes al unísono, se multiplican los vítores, aplausos, sonidos de bombos. La multitud proclama: “¡Argentina! ¡Argentina! ¡Argentina!”, “lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar”. Le cuesta al presidente recuperar el turno en el uso de la palabra.

Tanto cuando menciona a Alexander Haig y al gobierno de Estados Unidos, a Margaret Thatcher y a Gran Bretaña, como cuando se refiere a sí mismo como representante del pueblo argentino (“este pueblo que yo trato de interpretar como presidente de la nación”), la rechifla de la multitud congregada se extiende. Los manifestantes vuelven a vitorear y a aplaudir cuando advierte que: “el gobierno argentino y el pueblo argentino en este cabildo abierto puede enardecerse y presentar a las ofensas mayores ofensas” (Vassallo, Natalizio, 2021). Resuenan aquí las palabras de Perón en su último discurso a los argentinos desde el balcón de la Casa Rosada, después de los bombardeos a la Plaza de Mayo17 y antes del golpe de estado de 1955: “a la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor”, “la consigna (…) es contestar a una acción violenta con otra más violenta”, “y cuando uno de los nuestros caiga ¡caerán cinco de los de ellos!”. Entre el 16 de junio y el 30 de agosto de 1955, el presidente se empeña en avanzar hacia la pacificación del país. Este es el tema recurrente en sus discursos públicos. Sin embargo, el 31 de agosto la multitud reunida en la Plaza de Mayo, pidiendo “leña”18 para los golpistas tensiona el clima emocional del acto y lleva al presidente a abandonar el tono conciliador que había mantenido hasta ese momento (Vassallo, 2019, p. 252).

En este marco, Galtieri produce el enunciado que será cuestionado después, desde adentro y desde afuera del gobierno, por considerarlo un exabrupto inoportuno en medio de las negociaciones de paz: “que sepa el mundo, América, que hay un pueblo con voluntad, (corte en el video y el audio) el pueblo argentino: si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, que es reafirmado por los manifestantes con un generalizado: “lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar”. Y el presidente, continúa. Exhibe el apoyo regional: “en esto tenemos la solidaridad de varios pueblos americanos que están decididos a dar batalla con los argentinos”. Los manifestantes responden al unísono “Perú, Perú, Perú”, “Cuba, Cuba, Cuba”. También parece que gritan: “Uruguay, Uruguay, Uruguay”. La multitud se enardece cuando Galtieri promete que no permitirá que los ingleses toquen un solo metro cuadrado del territorio nacional. Los manifestantes lo celebran. Gritan juntos: “¡bien!”, se multiplican los aplausos, vítores y bombos, se agitan las banderas, cantan al unísono: “lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar/ lo vamo´ a reventar”, “el pueblo unido jamás será vencido” (muchas veces, con fuerza creciente y el acompañamiento del sonido de los bombos que marcan el ritmo).

Para cerrar el presidente hace mención a la Pascua (festividad central para los católicos) que se celebra al día siguiente, domingo, y pide a los argentinos rezar por la paz pero “paz con dignidad, preparándonos para afrentar al adversario”. Dice “afrentar” (ofender, insultar) en lugar de “enfrentar”. La afrenta, por definición, agudiza los conflictos, es violencia verbal y genera violencia, lo contrario a la paz por la que pide orar. Este furcio muestra el carácter de duelo verbal que se le asigna al acontecimiento, es producto de la presión de la interacción y de la situación general, de las tensiones entre el plan original de las fuerzas armadas (la Operación Rosario, recuperar las Malvinas sin producir derramamiento de sangre en los adversarios y obligar a Gran Bretaña a negociar), los intereses de Gran Bretaña y Estados Unidos y la voluntad manifiesta de los argentinos presentes en la plaza. Finalmente, por sugerencia de Iglesias, secretario de la Presidencia, convoca a todos a cantar juntos el Himno Nacional Argentino. Se canta con mucho fervor, especialmente la estrofa final y el último verso: “o juremos con gloria morir”. Galtieri eleva los dos brazos y hace la “v” de la victoria. Saluda y se retira.

El presidente en el balcón aparece visiblemente tenso, duda, produce una serie de anomalías sintácticas, autocorrecciones, furcios y titubeos. Transpira bastante. Una voz cercana al micrófono (la de Iglesias) le da indicaciones: “con el puño cerrado no” (después de que elevara su puño cerrado mientras los presentes cantan “el pueblo unido jamás será vencido”). También le apunta cuando se refiere al apoyo regional: “se ven banderas de distintos países”; y después: “invítelos a cantar el himno antes de retirarse, después”.

Los manifestantes concurren a la plaza no sólo para aplaudir y vivar, sino para discutir y pronunciarse. Son multitudes heterogéneas que exhiben disidencias. La unanimidad se expresa sólo respecto de la justicia de la recuperación territorial (Vassallo y Natalizio, 2021). La rebeldía de los manifestantes incomoda a Galtieri. Se enfrenta a interacciones dialógicas novedosas para él, muy distintas a las alocuciones estudiadas y ensayadas en el Colegio Militar de la Nación y a las arengas de los regimientos. Levanta el dedo índice para ordenar, señalar, amenazar o decir lo que hay que hacer. Además, frente a lo imprevisto, prueba y ensaya otros gestos (saluda con un brazo en alto, con los dos brazos en alto, con los pulgares en alto, con el puño cerrado, con los dos dedos en “v”), todos los gestos que se le ocurren y que representan distintas identidades y pertenencias políticas, incluso las de los combatidos por el gobierno que él mismo encabeza. La incomodidad se manifiesta, también, en su incapacidad para dialogar, para retomar lo expresado por el público. Se concentra en controlar el turno en el uso de la palabra, lo que encubre el temor a las expresiones disidentes, a los imprevistos e insubordinados pronunciamientos de los manifestantes que, finalmente, determinan lo decible en esta compleja y extenuante interacción, de cuya presión Galtieri no logra sustraerse. Por eso, frente a la furia y a la angustia expresada en las calles y en la plaza al conocerse la noticia de la rendición, no vuelve a hablar desde el balcón de la Casa Rosada y difunde un mensaje doblemente controlado y mediatizado (por la escritura y los medios oficiales). El mensaje escrito y grabado es transmitido a todo el país. La mediatización de la escritura opera como defensa, contención y autocontrol y la comunicación mediatizada, que anula la posibilidad del contacto directo y la respuesta inmediata, le permite esquivar la incómoda presencia de una multitud rebelde y beligerante (Natalizio y Vassallo, 2019).

De la sociedad veleta19 al pueblo protagonista

La relación que Bartolomé Mitre postula entre la minoría política y las masas, la manipulación (hacer hacer al otro) (Narvaja de Arnoux, 2006, p. 85-86) es retomada un siglo después por Gino Germani. La tesis de la irracionalidad y la heteronomía de las masas (desarrollada en la obra de Germani para explicar la relación entre Perón y sus seguidores) es constitutiva de las ciencias sociales argentinas refundadas a partir del golpe de estado de 1955 y, aunque ha sido muy discutida y cuestionada, aún orienta interpretaciones y obtura la comprensión de las múltiples formas en que la voluntad popular se manifiesta en nuestra historia, también durante la guerra de Malvinas (Vassallo, 2016).

Las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo del 2 y el 10 de abril son llaves de la caja negra de la configuración cultural argentina, exhiben la relevancia que tienen en ella las islas Malvinas, la defensa de la soberanía y la histórica disputa con Gran Bretaña, constituyen eventos privilegiados para estudiar comportamientos y actitudes sociales, los pone en escena. Aunque, en general, se tratan como si fueran lo mismo, un continuum; presentan significativas diferencias. Las más claras y evidentes son la cantidad de participantes y las banderas y pancartas portadas en una y otra. El 2 de abril, los manifestantes se concentran en la plaza y, por las calles que la rodean, continúa circulando el tráfico. El 10, la multitud desborda la plaza y las calles aledañas. El 2, junto a las banderas argentinas, sólo se destacan las cinco pancartas mencionadas (entre las cuales dos, vivan a la Marina). Ese día la interacción verbal de Galtieri con los manifestantes es muy breve. No hay insultos, silbidos, ni signos de desaprobación contra él. La recuperación de las islas Malvinas es un acontecimiento sorpresivo para la mayoría de los argentinos. Solo los miembros del gobierno de facto han tenido tiempo para prepararse e intentan, infructuosamente, controlar la escena de la plaza que los sobrepasa. La rebeldía de los manifestantes expresada allí alarma a los funcionarios, activa la memoria disciplinadora de Mitre; por eso muchos de ellos, se oponen y rechazan la movilización prevista para el 10 de abril. Ese día se multiplican los repertorios gráficos, sonoros y visuales (heterogéneos, ricos y diversos) que exhiben matrices interpretativas inscriptas en las distintas tradiciones políticas de los participantes que se manifiestan en el espacio urbano y público para pronunciarse sobre la recuperación argentina de las islas Malvinas. Expresan consenso respecto de la recuperación territorial; pero, al mismo tiempo, discuten la legitimidad del gobierno. Vinculan la reivindicación de la defensa de la soberanía territorial a la necesidad de recuperar la soberanía política. Esta particular experiencia de la co-presencia multitudinaria, la escucha recíproca en el tradicional espacio de la Plaza de Mayo, la risa, el llanto, el encuentro y los abrazos, es celebrada por los participantes y mirada con recelo por el gobierno. El sujeto colectivo que reaparece, a partir de la recuperación territorial, con voluntad y voz propia en las calles, en la Plaza de Mayo y también en otras plazas del país, condiciona a Galtieri, su presencia y sus pronunciamientos, producen consecuencias.

Cada interacción masiva analizada constituye una unidad empírica, un ritual (una conducta prescripta por fuera de las rutinas habituales de la vida cotidiana, de carácter extraordinario) que se transmite por distintos medios de comunicación a la Argentina y al mundo. Los participantes no sólo entran en contacto, hacen cosas, dialogan, se pronuncian, sino que muestran a otros lo que están haciendo, es decir, constituye una secuencia de acciones ejecutada para varios públicos (los argentinos, incluidos los miembros del gobierno que no están presentes, los británicos y su gobierno y el resto del mundo). Es una performance, una puesta en escena de emociones, intereses, valores y actitudes en un contexto social específico, el del conflicto de 1982 por las Malvinas y produce consecuencias. Este carácter performático no está necesariamente asociado al artificio, al simulacro, a lo falso, como sostienen quienes tributan la idea de la sociedad víctima, manipulada por la dictadura, sino que es propio de todo rito.

En estas interacciones, Galtieri no retoma las expresiones de la multitud; pero no puede sustraerse a su influencia. El presidente controla el uso de la palabra, se ubica encima del público, en el balcón de la Casa Rosada, su voz es amplificada por micrófonos y altoparlantes y transmitida en directo por los medios oficiales. Pero los manifestantes también se hacen escuchar. No sólo vivan, aplauden y tocan el bombo, sino que se pronuncian sobre las acciones del gobierno y hacen valer su opinión. Son voces producidas en el marco de interacciones dialógicas, voces que discuten, reformulan y/o defienden otras voces, enunciados engendrados a partir de enunciados anteriores, propios y ajenos, que anticipan objeciones y posibles respuestas. Los argentinos que participan de estas movilizaciones masivas tienen diferentes orígenes sociales y adscriben a tradiciones políticas diversas. Se han volcado a las calles y a las plazas porque el gobierno ha encarado un acto de restitución territorial que consideran justo. Estas multitudes heterogéneas tienen valores en común, que han sido activados involuntariamente por la acción gubernamental, que los re-únen. Eso valores movilizan haceres, salir a la calle, pronunciarse; pero también ofrecerse para defender lo que se sabe propio. Son los manifestantes los que reafirman el sentido histórico de la recuperación de las islas Malvinas y activan la memoria de Perón, el peronismo y de las luchas nacionales latinoamericanas. Las intervenciones populares buscan reafirmar el sentido emancipatorio de la acción de restitución territorial, que el gobierno de facto no está dispuesto a asumir. El pueblo en la plaza expresa consenso y produce consenso. Se manifiesta como sujeto activo, protagonista del momento histórico, en una época de fuerte represión. Por eso discutimos la metáfora instalada del pueblo veleta propia de los modelos interpretativos del vínculo entre los argentinos y la dictadura mencionados: la sociedad víctima y/o la sociedad cómplice y postulamos la sociedad agente o mejor aún restituimos la noción del pueblo protagonista, sujeto activo de la historia.

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Notas

1 El estudio de prácticas discursivas orales nos enfrenta a la paradoja de trabajar la oralidad a partir de transcripciones. Para analizar la interacción oral hay que materializarla, grabarla, transcribirla, generar la ilusión de que es un producto y no un proceso. En esa compleja transposición, corremos el riesgo de omitir elementos del habla significativos (pausas, titubeos, repeticiones, equívocos, tonos y modulaciones de la voz, gestos y posiciones corporales, etc.). Para evitarlo, o reducirlo todo lo posible, realizamos un minucioso trabajo de transcripción que intenta dar cuenta fielmente de las distintas dimensiones semióticas de la interacción.
2 Sostiene Vezzetti (2002) que “una sociedad debería hacerse responsable no sólo por lo que activamente promovió y apoyó sino incluso por aquello que fue incapaz de evitar”. En esta misma línea, en el año del treinta aniversario de la guerra de Malvinas, un grupo de intelectuales, periodistas y artistas reconocidos publican un documento titulado Malvinas, una visión alternativa en el que exigen una crítica pública al apoyo social que tuvo la guerra y configura a los conscriptos combatientes como víctimas directas de la sociedad argentina. Firman este documento: Emilio de Ipola, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Vicente Palermo, Luis Alberto Romero, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli, entre otros.
3 Por ejemplo, las evidencias del apoyo de políticos, empresarios, obispos y periodistas al gobierno dictatorial son irrefutables. Pero el mayor impacto, y tal vez el más traumático y paradigmático, fue el respaldo de amplios sectores de la sociedad civil a partir de dos acontecimientos bien diversos, como el fútbol y la guerra, y con implicancias ulteriores tan disímiles. (Suriano, 2005, p. 15) el consenso popular al régimen militar volvería a aparecer en circunstancias diferentes durante la verdadera aventura que llevó a la ocupación militar de las islas Malvinas el 2 de abril de 1982. (Suriano, 2005, p. 16).
4 Explica Grimson, “consideramos llaves a aquellos objetos, prácticas o categorías que permiten abrir alguna dimensión de una caja negra, de una configuración cultural” (2011, p. 226).
5 Tanto Da Matta como O´Donnell comparan las frases analizadas con la estadounidense: “Who do you think you are?” que intenta evitar el quiebre de la normativa de la igualdad. Cada una de estas frases es posible en el marco de una configuración cultural que implica una lógica de la heterogeneidad, una articulación de la jerarquía o la diferencia. (Grimson, 2011, pp. 224-225).
6 Hay que considerar que el texto de O´Donnell es de principios de los 80. En las últimas décadas, el carnaval ha tenido un nuevo despertar en la Argentina, especialmente, en algunas regiones del país. El desarrollo de las murgas forma parte de esta revitalización.
7 Término portugués que no tiene equivalente exacto en castellano. Sería algo así como la “masa popular”, “la multitud”.
8 Entre 1943 y 1945, la actividad del viejo Departamento Nacional del Trabajo, luego Secretaría de Trabajo y Previsión a cargo del Coronel Juan Domingo Perón, fue incesante. Desde esta repartición pública Perón, junto a dirigentes obreros, comienza a hacer efectivas leyes y decretos que protegen a los trabajadores y, al mismo tiempo, promueven su organización y la construcción de una identidad colectiva. El 9 de octubre de 1945, Perón es destituido de los cargos de vicepresidente, secretario de Trabajo y Previsión y ministro de Guerra. En las primeras horas del 13 de octubre es arrestado en su domicilio y luego trasladado a la prisión de la isla Martín García. El 17 de octubre miles de obreros se vuelcan a las calles para exigir la libertad de Perón. Como expuse en mi tesis doctoral (Vassallo, 2019), el 17 de octubre la multitud rescata a Perón de su confinamiento y lo pone en su lugar, el de jefe del movimiento naciente y candidato a la presidencia. Este reconocimiento masivo lo consagra como jefe popular. Al mismo tiempo que rescata a Perón y lo confirma como “su” líder, la multitud se constituye a sí misma como sujeto colectivo con identidad, voluntad y voz propia, consciente de su protagonismo y responsabilidad en el camino que se inicia.
9 Analizamos la extraordinaria interacción dialógica entre Perón y sus seguidores el 17 de octubre de 1945. Descubrimos que minutos después de que Perón enuncia como norte de su acción política, que todos los trabajadores sean “menos desgraciados y puedan disfrutar mejor de la vida”, que sean “un poquito más felices”, el público, retribuyendo su deseo de felicidad, clama “¡que se case con Evita!”, clamor que expresa proximidad, empatía, confianza y control de la situación por parte de los interlocutores. Perón queda anonadado, sorprendido, descolocado frente a esa intervención y sólo atina a decir, en voz baja y sonriendo, “ya es mucho”, como en un aparte teatral. El sujeto político emergente se manifiesta alegre, desfachatado, insolente y lo manifiesta de diversas maneras. Por ejemplo, canta: “Piantate de la esquina/ oligarca loco/ el pueblo no te quiere/ y Perón tampoco” que expone la ruptura del temor reverencial respecto de quienes habían representado el poder político y el poder económico durante gran parte de la historia argentina y el carácter indómito, beligerante, pero, al mismo tiempo, gozoso y celebratorio de la movilización popular, la risa y la burla. En esa risa festiva se manifiesta, también, la fuerza de la utopía y la esperanza” (Vassallo, 2019)
10 El peronismo rompe la estructura de dominación tradicional. Se modifican viejas prácticas y actitudes de subordinación. A partir de la gestión del Coronel Perón al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión se multiplican las acciones de reivindicación, de rebeldía y desobediencia, se produce una ruptura de la “deferencia”. Y esto no se da sólo en la provincia de Buenos Aires sino en distintos lugares del país e incluso en provincias muy tradicionales, no sólo en las grandes ciudades sino también en pequeños pueblos del interior. Los trabajadores de todo el país le han “tomado la palabra” a Perón y actúan en consecuencia, se reconocen capaces de defender sus derechos y hacer frente a los patrones que los desconocen (Vassallo, 2019).
11 La Casa Rosada es la sede del Poder Ejecutivo de la República Argentina. En ella se encuentra el despacho del Presidente de la Nación. Está ubicada frente a la Plaza de Mayo.
12 El General de Brigada, Héctor Iglesias, secretario de la presidencia, afirma que “la Plaza de Mayo siempre estuvo, prácticamente, desde el dos de abril, por determinados contingentes, ocupada; siempre por manifestaciones” (Informe Rattenbach, tomo 2, folio 310).
13 El sintagma del lunfardo “hacer pelota” significa: destrozar algo, romper; vencer a alguien en una pelea, derrotar, superar (Conde, 2010: 252).
14 El quilombo como atributo de la multitud (en la acepción de lío, barullo, gresca, desorden). Con el sufijo “azo”, el sustantivo aumentativo quilombazo, verbo quilombear (alboratar, hacer escándalo) o quilombificar (embrollar, complicar), adjetivo quilombero (alborotador, barullero y, también, provocador, pendenciero) (Conde, 2010, p. 274).
15 Conducido por José Gómez Fuentes con un equipo integrado por Silvia Fernández Barrios, María Larreta y Horacio Larrosa.
16 Con los mismos rasgos también se destaca un cartel que dice “Malvinas ¡por fin recuperadas!”.
17 El 16 de junio de 1955, aviones de la Marina argentina bombardean la Casa Rosada. Muchas de las bombas (catorce toneladas de explosivos) caen sobre la Plaza de Mayo provocando la muerte de hombres, mujeres y niños, 355 son los muertos y, más de 600, los heridos. Los bombardeos a la Plaza de Mayo constituyen uno de los hechos más cruentos de la historia política argentina contemporánea, un hecho terrorista agravado por el uso de las armas del estado, preludio de los ataques a la población civil que vendrán después (Besse en Besse y Kawabata, 2007, pp. 59-60).
18 Una expresión del lunfardo que significa castigar, fustigar, golpear.
19 Cambia de posición según la dirección del viento.

Recepción: 17 abril 2022

Aprobación: 09 mayo 2022

Publicación: 01 junio 2022

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