Aletheia, vol. 9, nº18, e010, junio-noviembre 2019. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria

Entrevistas

Revisitando el Cordobazo 50 años después. Entrevista a la Dra. Mónica Gordillo

Cristina Tortti

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales(IdIHCS-CONICET), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Mora González Canosa

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales(IdIHCS-CONICET), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita recomendada: Tortti, C. y González Canosa, M.(2019). Revisitando el Cordobazo 50 años después. Entrevista a la Dra. Mónica Gordillo. Aletheia 9,(18), e010. https://doi.org/10.24215/18533701e010

Reconocida especialista en el tema, la Dra. Mónica Gordillo accedió a conversar con nosotras a propósito del 50 aniversario del Cordobazo, a pocos días de finalizadas las Jornadas que con el mismo motivo, y bajo su impulso, se celebraron en la ciudad de Córdoba en el mes de mayo de este año.

La Dra. Gordillo es investigadora principal del Conicet y Profesora Titular de Historia Argentina II en la escuela de Historia de la Facultad de Filosfía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus trabajos más conocidos se cuentan Córdoba en los ´60, la experiencia del sindicalismo combativo –por el que fue premiada- y Córdoba rebelde: el cordobazo, el clasismo y los movimientos sociales, escrito en coautoría con James Brennan. Más recientemente ha publicado Piquetes y cacerolas. El argentinazo de 2001 y ha sido Visiting Scholar en el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard.

Las respuestas ofrecidas por nuestra entrevistada permiten advertir no sólo la amplitud de su conocimiento, sino también su capacidad para volver reflexivamente sobre la propia producción.

1-Quisiéramos repasar con vos, que sos especialista en el tema, algunas cuestiones relativas a la ubicación del Cordobazo en el proceso de activación social de los sesenta/setenta. En primer lugar, conocer tu opinión sobre el estado actual de las discusiones en torno de un acontecimiento a veces visto como condensación y “cierre” de la dinámica sesentista, y otras como “habilitador” de la que fue propia de los setenta.

En primer lugar habría que destacar que las interpretaciones sobre el Cordobazo siguieron un recorrido que fue desde explicaciones teóricas basadas fundamentalmente en la sociología de la modernización (Agulla, Delich, con sus diferencias) y en el materialismo histórico, que tenían en común un tipo de análisis sustentado en las transformaciones de la estructura social para explicar la movilización, a reconstrucciones históricas (de mediana duración) donde ubicaría mis trabajos y los de Brennan. Sin desarrollar aquellos primeros trabajos, podría sin embargo decirse que ya planteaban la idea de lo sucedido como culminación de un proceso, bajo la forma – en esas interpretaciones- de crisis del actor social que había comenzado a desarrollarse luego de 1955, que eran fundamentalmente esos sectores socialmente emergentes propios del crecimiento capitalista avanzado que había tenido lugar en Córdoba y que había desarrollado un tipo de lucha sindical combativa pero no anti-sistema. Al cumplirse el 25° aniversario del Cordobazo en 1994, en el número especial de la revista Estudios del CEA de la UNC, fue reiterada en términos similares la interpretación de los sucesos de mayo de 1969 como cristalización de la experiencia previa del movimiento obrero cordobés. También en cierto modo compartíamos con Brennan esa interpretación, que para entonces habíamos terminado nuestras respectivas tesis de doctorado. Lo que planteábamos sin embargo no era la idea de culminación como fin, sino más bien que el Cordobazo debía analizarse en una mediana duración, pero reconstruyendo las especificidades y matices del proceso dado en Córdoba. De todos modos, en ese mismo número de la revista Estudios, Juan Carlos Torre volvió a señalar lo que ya había destacado a comienzos de los ‘70 en torno al Cordobazo: la apertura de otro proceso, bajo la forma de “una nueva oposición social”. Quiero decir que esa característica de cierre y apertura fue contemporáneamente advertida por la contundencia de la lucha de calles, que a su vez llevó a legitimar una serie de opciones ya latentes. Ahora bien, ¿culminación y habilitación de qué? Sin duda, el Cordobazo no puede ser entendido sin considerar los actores que se habían ido constituyendo desde 1955 en adelante, pero tampoco fue una consecuencia previsible y directa de los formatos que habían sido ensayados por el movimiento obrero y estudiantil desde entonces. Porque fue un acontecimiento que, como tal, disrumpió los repertorios ensayados y se convirtió en violencia colectiva. Fue algo nuevo, no atribuible solo a las características del movimiento obrero de Córdoba, como en general tendimos a sostener, ni tampoco todo lo que ocurrió posteriormente puede ser explicado como el desenvolvimiento de un sentido que ya estaba contenido en mayo. Entonces no fue totalmente el cierre de la dinámica sesentista y el habilitador de otra setentista porque ambas dinámicas no eran excluyentes, ambas contenían una bifacialidad que apuntaba tanto a la integración como a la transformación revolucionaria, manteniendo en común la inhabilitación de la política como telón de fondo. Cuando al cercenamiento de ese derecho fundamental se sumaron otras afectaciones particulares o sectoriales pudo construirse un sentido de injusticia que le dio ese plus político al Cordobazo, un No radical contra la dictadura que encontró en Córdoba el lugar de la protesta.

2-Teniendo en cuenta que a partir del ´69, y durante ese mismo año, en el país se produjo una verdadera cadena de estallidos urbanos: cuáles serían los elementos que hicieron que el producido en Córdoba superara el carácter de episodio “local” y se convirtiera en un acontecimiento de carácter nacional?

Creo que el carácter nacional del Cordobazo estuvo dado en que su contenido no respondía a demandas locales, éstas jugaron algún papel en la modalidad del paro que, en vez de ser por 24 horas para el día 30 de mayo, se adelantó al 29 con la forma de paro activo. Pero que se saliera de esa planificación de paro con movilización para transformarse en rebelión popular e insurrección urbana, escapó a la situación de Córdoba, aunque ésta se convirtiera en el lugar de la protesta. Es decir, considero que el tipo de acción colectiva violenta respondió a una construcción social de injusticia que fue nacional, que tuvo que ver con el cercenamiento de derechos laborales, estudiantiles, con la “suspensión” de la política, pretendida por la dictadura de Onganía. Pero, a su vez, ese tipo de acción fue posible por la conformación de estructuras movilizadoras de alcance nacional, como lo fue la CGT de los Argentinos, entre otras, que también construyeron un relato apropiado de diferente manera por los distintos actores que participaron en la movilización. Pero una vez ocurridos los sucesos de mayo, se conformó un ciclo de protesta que permitió la difusión de la acción de los sectores más movilizados a los menos movilizados, con cambios en los repertorios de acción, que permitieron también la exteriorización de diferentes posicionamientos políticos, transformando la que había aparecido inicialmente como protesta social en acciones con contenido político.

3-Otra cuestión que ha sido extensamente debatida es la referida al carácter “organizado” o espontáneo” del Cordobazo, y al papel cumplido por las dirigencias sociales y políticas. Hace algunos años, respecto de lo primero, sostenías junto con J. Brennan que sólo había existido una “vaga planificación”, adjudicable a los dirigentes sindicales y estudiantiles. Quisiéramos saber, en primer lugar, si seguís pensándolo de ese modo. Y, por otra parte, qué papel cumplieron, en tu opinión, las fuerzas políticas cordobesas –particularmente las izquierdas y el peronismo.

Es necesario reafirmar algo: lo que fue minuciosamente planificado fue la protesta obrero-estudiantil; es decir el paro por 38 horas desde las 10 del día 29 de mayo con movilización desde los lugares de trabajo hacia el centro de la ciudad, para confluir en un gran acto frente al local de la CGT Regional. Para ello hubo conversaciones y organización entre los dirigentes sindicales y estudiantiles sobre el recorrido de las columnas, la salida desde ciudad universitaria por parte de los estudiantes, puntos de reunión, entre otras cuestiones. Tal vez no fuimos suficientemente claros con Brennan y eso dio lugar a interpretaciones erróneas, dado que lo que decíamos era que el Cordobazo como tal escapó a las previsiones. Porque éste fue mucho más que el paro activo organizado, habían habido varias movilizaciones previas de obreros y estudiantes que no terminaron en Cordobazos; lo que queríamos destacar es que el hecho de que se convirtiera en una rebelión popular no había sido previsto. Distintas dirigencias y agrupaciones sociales y políticas participaron en la movilización: barriales, sindicales, estudiantiles, pero no con banderas partidarias, y con la intención de apoyar el paro activo. Algunos sectores de izquierda se movilizaron, otros se negaron a hacerlo porque entendían que era apoyar a las burocracias sindicales, dado que el paro había sido dispuesto tanto por la CGT Azopardo como por la CGT de los Argentinos. Es decir hubo distintos comportamientos y estrategias pero todos subordinados a los que convocaban la movilización que eran mayoritariamente los dirigentes sindicales, donde el peronismo prevalecía como identidad. Sin embargo un dato importante a destacar, que tal vez contribuya a responder acerca de las fuerzas políticas cordobesas, es que a pesar de replicarse las diferencias existentes en el sindicalismo a nivel nacional, aquí el sector “independiente” liderado, entre otros, por Agustín Tosco (secretario del sindicato de Luz y Fuerza), no tenía una posición antiperonista sino que propiciaba la unidad en la acción con el peronismo. Así, a pesar de las diferentes posiciones ideológicas, fue posible lanzar ya en 1957 el “Programa de La Falda”, firmado por Tosco, Atilio López (UTA) y Elpidio Torres (SMATA), entre varios dirigentes peronistas e “independientes” más. Esa unidad se replicó en mayo de 1969. Creo que sin la participación de dirigentes y activistas peronistas el Cordobazo no hubiera sido posible

4-Cambiando un poco la óptica, quisiéramos preguntarte en qué medida te parece pertinente relacionar al Cordobazo con el clima internacional de las movilizaciones del ´68.

Las movilizaciones del ‘68, o el momento ‘68 como se plantea ahora, incidieron en instalar un contenido anti-imperialista, anti-autoritario y anti-capitalista (entendido de diferentes maneras), sumado al componente tercermundista que en el caso de Latinoamérica se proyectó además con la muerte del “Che” el año antes. Ello generó una mística muy movilizadora. Y esto tuvo concreciones específicas en el país al constituirse la CGT de los Argentinos, como estructura movilizadora y articuladora de distintos sectores sociales, con un proyecto político anti-dictatorial, anti-imperialista y antiburocrático que fue construyendo sentidos y relatos a través de su periódico pero, también, mediante las giras y acciones de apoyo a distintos conflictos en el interior del país. Los sectores que se fueron congregando allí tuvieron un papel importante en la construcción social de la injusticia de la que hablaba antes pero, a su vez, de un sentido de agencia. Es decir, las movilizaciones de ese año en distintos países mostraban (a pesar de la fuerte represión ejercida) que la acción directa era una forma de ejercicio político cuando se cerraban otros canales. Todo eso fue alimentando la posibilidad de la rebelión popular, así como también la unidad obrero estudiantil que se evidenciaron en los hechos de mayo del ‘69.

5-En cuanto al “lugar” e importancia otorgados al Cordobazo en los estudios sobre el Pasado Reciente: ¿cuáles son, a tu juicio, las interpretaciones que han resultado más fructíferas, o más ajustadas, en el plano de la interpretación histórica?

Las diferentes aproximaciones, desde las primeras lecturas realizadas sobre el acontecimiento inmediatamente de ocurrido, fueron sedimentando un conocimiento sobre los hechos que crearon cierto sentido común, tanto académico como de la memoria social que, hoy considero, centraron (centramos) demasiado la atención en Córdoba para buscar las claves explicativas de lo ocurrido. Por un lado creo que se destacó demasiado la especificidad de Córdoba y no se abordaron otras líneas explicativas o dimensiones de análisis que es necesario reconstruir. Las Jornadas que organizamos este año en la Facultad de Filosofía de la UNC, llevaron por título “A 50 años del Cordobazo: repensando el ciclo de protestas obreras, rebeliones populares e insurrecciones urbanas”, todo ello en plural, justamente porque queríamos incluir lo ocurrido en Córdoba dentro de un proceso más general, para pensar las articulaciones entre los diferentes tipos de acciones colectivas. Pero también pretendíamos, y creo que conseguimos aportes importantes en ese sentido, abordar o contribuir a plantear temáticas poco trabajadas con relación a ese ciclo. Pretendemos editar antes de fin de año un libro que reúna parte de esas discusiones y nuevos objetos anteriormente dejados de lado en los análisis, como la participación de las mujeres, de los curas que trabajaban en las villas o adherían a las corrientes de la teología de la liberación, al papel cumplido en el Cordobazo por las núcleos iniciales de las organizaciones armadas, a la represión ejercida, entre otros temas. En lo personal, la perspectiva de la acción colectiva en clave de la sociología histórica es la que me resultó más fructífera para entender no solo mayo del ‘69 sino también otro tipo de protestas e integrarlos en la idea de ciclo, así como para pensar los mecanismos de la violencia colectiva. Por ejemplo me sirvió para comprender diciembre del 2001.

6-Naturalmente, otras preguntas surgen cuando pasamos al plano de los imaginarios y de la construcción de la memoria/s. En la “era de la memoria” – una memoria generalmente centrada en episodios traumáticos-: cuál es tu reflexión sobre las formas en que se ha ido construyendo la/s memoria/s sobre el Cordobazo (o los Cordobazos) en tanto episodio asociado, no a lo trágico, sino a la dimensión emancipatoria de las luchas sociales?

En primer lugar creo que no habría que dar tan por sentado que estamos en la era de la memoria. Pero eso es otra discusión. Por otro lado sí es cierto que ha habido mucho desarrollo en los últimos años de estudios sobre períodos traumáticos de nuestro pasado reciente. También existen muchos trabajos sobre los azos, que se actualizan y aumentan con motivo de los aniversarios. En mi propia investigación con historia oral, realizada a comienzos de los años ‘90, los protagonistas destacaban el contenido no necesariamente emancipatorio desde un punto de vista político pero sí desde la experiencia colectiva. Es decir, más allá de los diferentes abordajes ideológicos de los testimonios (fueron más de sesenta los entrevistados, con una representación sectorial amplia), se podía observar un núcleo común que era el sentido de fiesta colectiva, que hacía olvidar el contenido trágico que también tuvo el Cordobazo; la cantidad todavía imprecisa de muertos, heridos y detenidos durante esos dos días. O sea, se destacaba el sentido de agencia que implicaba “por primera vez haber visto los caballos de la policía desde atrás”, para referirse al hecho de haber conseguido con la acciónsu huida y su repliegue. De este modo, lo que en general las memorias sobre esos días recuerdan es su sentido disruptivo, lo que el “pueblo en la calle puede lograr”, señalando una idea de pueblo que refiere a cierta indeterminación pero, también, a unidad solidaria. Sin embargo considero que ese contenido triunfal o glorioso se construyó también en relación a lo que siguió, es decir a los otros azos, a haberse conseguido con ese proceso la salida electoral y el fin de la dictadura. Entonces mayo del ‘69 se dota de un sentido seminal que opaca otras aristas, entre ellas también la tragedia de sus muertos; o se reivindica solo a algunos como los disparadores de la ira colectiva, pero destacando lo logrado que, sin reflexionar necesariamente sobre ello, solo se completa con el tiempo. Pero eso es propio de todo proceso de memoria que, a diferencia del recuerdo, suele no reflejar la incertidumbre del momento.

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